Hay que hacer crecer en uno una fuerza interna. Esa es la fuerza que mueve montañas.
Comentarios de Silo, en Bogota, 1995
El mundo que viene ya no tendrá que ver con lo anterior, pero servirá esa experiencia. Y aquí estamos nosotros. Apuntando al futuro. Yo digo: la mejor conversación que podemos hacer es la que se refiere a qué hacemos con nosotros mismos y en relación a la sociedad. Pero básicamente qué hacemos con nosotros mismos. Cómo logramos esa fuerza interna. Cómo logramos coherencia y cómo logramos dirección.
Podemos vociferar todo el día, a favor o en contra de un gobierno, a favor o en contra de un sistema. Nada podemos hacer si en nosotros no se despierta una fuerza que ya no está en la gente. Es como si la gente hubiera sido vampirizada. Hay que hacer crecer en uno una fuerza interna. Esa es la fuerza que mueve montañas. Ese es el punto que hay que conversar en el momento actual. ¿Qué es esta fuerza?, ¿cómo crece esta fuerza en las personas? ¿Es una fuerza de la cabeza, es una fuerza espiritual, es una fuerza que queda en uno, es una fuerza que se comunica entre la gente?
Estamos tan solos como individuos, que nos sentimos nacer, envejecer, morir. Morimos. ¿Qué significado tiene nuestra vida? Hay una fuerza que nos conecta entre sí, entre nosotros. Hay una fuerza que tiene una dirección; hay una fuerza que nos muestra que somos más grandes de lo que creemos. Nos sentimos aplastados por el sistema, nos sentimos aplastados por lo cotidiano, por las necesidades. Y al final nos miramos al espejo y decimos: claro, somos unos infelices.
No somos unos infelices. No somos hormigas. No somos un número estadístico. Somos un ser extraño, un ser que se levantó un día en dos patas aspirando al cielo. Y que no ha terminado su destino.
¡Desde aquellos primeros abuelos nuestros, se ha aspirado a mirar hacia adelante y hacia arriba! Y ahora nos dicen que somos un número... No somos un número, no somos un factor económico, no somos un mecanismo en el engranaje del sistema. Somos mucho más de lo que vemos. Aquí estamos...¿cómo estás? Pero somos más de lo que vemos. Cuando yo te veo, bueno, te conozco, hay algo en nuestra biografía que nos incluye, algo tuyo está en mí, en mis recuerdos. Eres parte mía. Y a la inversa. Pero hay algo más en ti, no eres sólo mi biografía. Eres algo que va más allá. A lo mejor no sientes cómo vas más allá. Pero no está muy mal, tampoco, que algún día lo pienses. Puedes que no seas simplemente ésto que veo. Puede que haya en ti una fuerza profunda. ¿Tendrá dirección o no?, ese es el problema. Puede ser que haya en ti algo muy grande. Todo lo contrario de lo que dicen por ahí de lo que eres tú como individuo.
Yo creo que en todos nosotros hay algo muy grande. Pero parece que para quedar bien tenemos que decir que somos insignificantes. No somos insignificantes.
En todo pobrecito que está en las peores condiciones, que no sabe leer ni escribir, que está sumergido en la pobreza, que está desterrado de la sociedad; en todo pobrecito que encuentren en la calle, hay algo muy grande. Y cuando ese pobrecito sufre es algo muy grande que clama al cielo.
Es una página de reencuentro consigo mismo que permite darnos herramienta para encontrar el camino de la busqueda de nuestra espiritualidad
lunes, 5 de enero de 2015
sábado, 3 de enero de 2015
Creando Realidades
Cada vez hay más personas que están creando una realidad alternativa que surge de la elección u opción entre otras realidades y esa opción es diferente a la creencia general de este mundo, que tiene como base creencias tradicionales o viejos paradigmas que implican pensamientos autoritarios, de miedo, culpa y dolor, haciendo todo un culto del sufrimiento.La realidad alternativa que es diferente de la realidad actual, en la que estamos inmersos y viviendo ahora, esa gran mátrix, sustentada por los distintos sistemas de creencias: religiosos, de poder y corporativos que gobiernan el mundo; tiene como base valores fundamentales como la solidaridad, el amor, la dicha, el respeto por la vida y a tener todas las personas que habitamos el planeta, una existencia digna como seres humanos, hijas e hijos de Dios plenos y conscientes de su poder de realización personal.
Esos principios o valores fundamentales donde debería asentarse nuestra civilización actual están lejos del miedo que genera saber cuan bueno o malo es nuestro mundo.
Esa nueva realidad es poder vernos los unos a los otros dentro de una nueva forma de generar energías con frecuencias más elevadas.
Cuando descubrimos esto solo nos queda elegir que energía queremos para nosotros. Atraerla, crearla y vivenciarla, pero sobre todo creer, porque si nosotros creemos, creamos más de lo mismo. Además debemos dejar de lado aquellos sistemas de creencias, como ya expresé, autoritarios, basados en la dominación del ego y en la escasez de sentimientos sinceros y genuinos hacia la humanidad, sistemas que hace miles de años nos manipulan y que intentan resonar por encima de nuestros propios campos energéticos, siendo su resonancia inármonica, ellos todavía se rigen por el miedo y están apartados del amor como ley universal única de convivencia pacífica en el planeta, nuestro hogar, nuestra nave espacial, con la que viajamos por el universo. Es decir, tenemos que tratar de cortar la retroalimentación de energías negativas que aprendimos desde nuestra tierna infancia de nuestros progenitores y demás figuras patriarcales y a veces autoritarias que ayudaron a nuestro crecimiento físico y mental actual y que muchas veces nos sentenciaron a vivir de una forma preconcebida, acallando las voces de nuestro yo real para adaptarnos como borregos al diseño o programación en que duerme la humanidad.
No tuvimos aulas para pensar, sentir y actuar bien. Por lo tanto tenemos que aprender a no seguir en esa masa uniforme de pensamientos negativos que propagan la mayoría de las personas.
La máxima es tener en cuenta que la retroalimentación energética de pensamientos positivos es útil y necesaria en nuestro desarrollo personal y debemos permitirla y propagarla.
Así pues debemos eliminar de una vez y para siempre de nuestros campos energéticos, que están formados por los pensamientos de nuestra mente consciente y subconsciente, todo lo que nos impida sintonizar con nuestra estación preferida: la Fuente, espíritu, Ser Superior, Divinidad, Cristo interno o como le quieras llamar a lo perfecto en ti.
Tenemos que estar atentos, escuchar y ser plenamente conscientes de lo que el afuera nos está diciendo y como consecuencia que estamos pensando y sintiendo, pero aún más importante, tener en claro como estas energías del afuera nos están afectando.
Es solo energía, así que hay que dejarla pasar y no prestarle atención y vivir en el momento presente que es la mejor forma de estar atentos y conscientes.
Nada existe al azar en el Universo, en algún nivel consciente o inconsciente creamos cada instante de nuestras vidas con las elecciones que hacemos y sus consecuencias.
Cada experiencia que tenemos debe ser en definitiva para fortalecernos y superarnos día a día y seguir con nuestra evolución hasta lograr manifestar la plenitud del Ser.
Por: Elida Betancour
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