Segunda Fase:
Cuando se abandonan las curas milagrosas y las segundas, terceras, a veces hasta cuartas opiniones de “doctores maravillosos”, es posible reorganizarse para cuidar al paciente con menos ansiedad y una mayor aceptación de los hechos. Los miembros de la familia se van adaptando a la futura pérdida como algo innegable y se inicia la búsqueda de mecanismos para reorganizarse en varios aspectos, entre ellos la disponibilidad de tiempo para acompañar, el asegurar dignidad y calidad de vida, la planificación de paliativos que eviten el dolor, el brindar cuidados, el estudio de los costos y la ayuda espiritual, que creo, es quizás el tema más importante.
Con bastante frecuencia, se van creando expectativas tácitas respecto a la actuación del entorno cercano, en el sentido de que el asunto compete a todos y por lo tanto todos deben comprometerse con igual intensidad y dedicación, lo que desconoce las diferencias individuales de los miembros de una familia y hace que algunos sean blanco de censuras, o de reproches por sus respuestas personales a la situación. Se critica el tomar distancia, el presentar reacciones sentimentales o de desvalimiento, el cuidarse a si mismos, el solicitar descanso o la ausencia. En aquellas situaciones se intenta imponer una forma única de reaccionar ante estos momentos dolorosos.
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