Detente por un instante, distánciate un poco de lo que ocurre en tu vida y cuestiona lo que esta sucediendo.
Muchos están en un juego donde cada persona debe desempeñar un papel concreto. No eres solo un individuo. Tienes que esforzarte mucho, porque el objetivo es llegara jugar muy bien. Incluso a un inocente recién nacido se le incorpora enseguida al juego.
Aunque la sociedad no me ha creado, parece que me pone una etiqueta en la espalda. Uso todo lo que tengo para participar en este juego, sin siquiera darme cuenta de que es un juego. No he tenido ni un solo día de descanso. Es un juego con muchas variantes. Todo ira bien mientras siga las reglas – no por satisfacción propia, sino por la de otros.
Parece que pudieras ganar, pero en ningún sitio esta escrito que vayas a ganar. Sigues jugando y, un día, el juego se termina; la vida se detiene abruptamente. No hay momento en el que puedas decir que ganaste.
Por otro lado, esta sucediendo algo que es muy distinto. Un ser humano puede decir:”tengo sed y quiero estar pleno” puede ser una frase muy simple, pero la vida es simple. La magia de la vida es simple. El problema es que buscamos algo y ni siquiera sabemos que lo hemos perdido.
Solo cuando alguien nos lo recuerda, y todos los demás se sentimientos que se aquietan por un momento, puede empezar a expresarse la sed. Normalmente queremos calmarla. Siente la sed. La magia que hay en ella. De lo más profunda del ser humano, surge la necesidad simple de sentirse pleno.
No tiene nada de malo jugar en ese juego, tener una familia, una casa, un trabajo. Pero, ¿hasta que punto te encuentras atrapado? Tiene que haber un tiempo para dormir y un tiempo para estar despierto, y mientras estás despierto tiene que haber un tiempo para la plenitud. Nada lo puede sustituir.
Nunca podrás iluminar algo con una foto del sol. Hace falta luz autentica: la luz que brilla de forma natural. Es un proceso tan hermoso, porque la luz no crea nada; simplemente ilumina. Y nuestro corazón – el lugar del que surge la sed – puede iluminar la vida.
Eso es lo esencial en nuestra vida: reconocer la posibilidad que tenemos dentro y aceptar que existe algo más que el juego.
Acepta un desafío. Mira al cielo, mira a tu alrededor, mira dentro de ti. Reconoce, sonríe, ríe y elige. La plenitud es una realidad, no un sueño. De otra forma seria demasiado cruel. Imagina darle a la sed a cada persona, y no darle agua. Imagina los peces sin el mar, a los pájaros sin el cielo. Las cosas no son así.
La vida no es un castigo. Escúchate a ti mismo por una vez. Alguien lleva mucho tiempo llamándote desde dentro, hablándote en un idioma que tú has creído no entender. El aprender ese idioma puede cambiar muchas cosas.