Cuando nos ponemos en la tarea de guardar resentimientos, angustias y nervios nos convertimos en una auténtica cesta de basura. Nos llenamos de mugre hasta las orejas.
Y lo peor es que vamos por ahí recogiendo tantos desechos que nos acostumbramos a vivir en un muladar de chismes, rabias y superficialidades.
De igual forma, la suciedad de las demás personas también nos afecta cuando permitimos que ellas la vacíen toda en nosotros.
¿No le ha pasado que ese conductor estresado, esa novia intensa, ese jefe malhumorado o incluso ese ‘profe’ amargado termina arruinándole el día?
¿Qué hacer?
Sería bueno seguir el ejemplo que practica Luis, reciclador de uno de los rellenos sanitarios del país. Él sostiene que por más mugre que caiga en el carro que conduce, nunca recoge ninguna basura.
¿Y acaso ese no es su trabajo?
- “Sí, pero en medio de las toneladas de desechos que llegan al basurero, yo lo único que hago es eso: ¡No recoger basura!
De nuevo la pregunta, ¿ese no es su oficio?
- “¡Entiéndame! Yo no recojo basura. Yo tomo sólo lo que me sirve que, por supuesto, no es basura”.
Lo que hace Luis es ‘sacarle el jugo’ a lo que no es basura en su entorno.
Según él, de toda la mugre que llega a sus manos, hay un 30% que sirve; la demás la pone bajo tierra.
Dice que el oficio de reciclador le sirvió para llevar la vida de una manera más tranquila: “Cada vez que alguien me insulta, en lugar de responderle con otro improperio, le digo gracias”.
¡Gracias! ¿por qué?
- Porque cuando escucho un insulto recuerdo dos cosas: que yo sí me puedo controlar ante las ‘palabrotas’ y que, de manera definitiva, yo no soy grosero. ¡Créame! esas son dos razones para agradecer”.
Él sostiene que así debe ser todo en la vida: “las cosas que no nos sirven, se botan o se entierran”.
¿Cómo se puede ser un ‘basuriego’ espiritual?
Un alma fuerte logra maravillas en un cuerpo débil; un pensamiento agradable, destruye un momento triste; y una sonrisa oportuna, es un remedio preciso para una enfermedad.
Sienta palpitar la vida en todo lo que ve y analice de esa percepción qué es lo mejor para usted. Si no ve nada agradable, pase a la otra página.
Haga el ejercicio y verá los resultados. Empiece por acercar la cesta de la basura de su oficina y recuerde esto: basura que entra a su vida, basura que se va a la caneca.
¡No se deje afectar!
Dicen que una de las características de las personas que tienen dominio de sí mismas, radica en que no se dejan amilanar por los malos ratos que pasan.
Nos ocurre con alguna frecuencia a los periodistas. Muchas veces las noticias que se publican, sobre todo las que tocan algunos callos, no son del todo aceptadas por algunas personas. Cuando eso se da vienen los insultos, los tirones de orejas e incluso las demandas. ¡Claro! no es sólo una característica de los comunicadores sociales. De igual forma les pasa a los meseros, a los taxistas, a los celadores y, en general, a todos los profesionales que prestan algún tipo de servicio. ¿Qué hacemos ante eso? ¿Explotamos? ¡No es lo mejor! Analice la siguiente historia:
Hace poco un conductor de bus manejaba tranquilo por su carril. De pronto, se le atravesó un motociclista de manera imprudente. Gracias a la pericia de quien iba al volante del automotor, la situación no pasó a mayores.
Los pasajeros que iban en el bus se lanzaron a gritarle: ¡Bruto! ¡Inconsciente! Algunos recurrieron a palabras más soeces. Lo peor fue que el motociclista imprudente también respondió con improperios. Incluso se detuvo, se subió al bus y retó a pelear a todos los que lo habían insultado. En ese momento, el conductor del bus se paró, le extendió la mano y de una manera cortés le dijo: ¡Fresco! Aquí no ha pasado nada.
¿Por qué se comportó así este profesional del volante?
Porque él no va por ahí llenándose de basura, ni de frustraciones ni mucho menos de rabias.
Esto es para reflexionar: las personas que se comportan como el motociclista o como los intolerantes pasajeros de esta historia van por el mundo acumulando tanta basura que, en algún momento, necesitan encontrar un lugar en dónde vaciarla. Y si los deja, le echarán el agua sucia a usted. La vida no puede ser como una escuela de gladiadores; es decir, no se puede estar conviviendo y peleando a toda hora.
Cosas para desechar
Es cierto que en su vida tiene días terribles. Muchas veces la frustración llega porque no sabe a quién acudir y le invade una sensación de amargura.
¿O acaso nunca ha tenido uno de esos momentos en que mira a cuanto le rodea y le dan unas ganas profundas de acabar con todo?
Aunque no lo crea, usted es el gestor de lo que le pasa y, por supuesto, se puede dar el lujo de botar lo que no le sirve en el momento que lo desee.
¿Quiere algunos ejemplos?
… Esa relación que usted tiene y no le produce ningún tipo de amistad o de cariño, ¡deséchela!
… Esa conversación que no le despierta el mayor grado de confianza, ¡termínela!
… Ese trabajo que no le da ni para vivir y, en cambio, lo mantiene estresado, ¡déjelo!
… Esa novia que atosiga y que no le deja ni respirar, mándela a la cesta de la basura.
… A ese amargado que está a su lado y que cada día lo saca de quicio, ¡no le haga caso!
La clave está en no dejarse llevar por las actitudes feas de los demás
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