Es una página de reencuentro consigo mismo que permite darnos herramienta para encontrar el camino de la busqueda de nuestra espiritualidad
miércoles, 22 de septiembre de 2010
sábado, 18 de septiembre de 2010
lunes, 13 de septiembre de 2010
PROBARSE A SI MISMO
Algunos sabios de la antigüedad utilizaban una expresión impregnada de hondura: Camino de Probación. Su significado alude al despliegue interno que se genera en quien decide enfrentar el dolor para volverse una persona más lúcida, más compasiva, más íntegra... Convertirá la ocasión en un instrumento que le permita penetrar más allá de lo superficial de sí mismo y saber de qué está hecho, cuál es su verdadera naturaleza, qué rincones internos aún desconoce; como quien prueba una fruta luego de haberla calado hasta su pulpa, se probará a sí mismo: ¿cuál es su real grado de madurez?; ¿cómo es el sabor de su propia dulzura, la aspereza de su propio amargor?...
El tiempo de adentrarse en la Prueba y transitarla suele resultar árido y de una extraordinaria soledad (aunque otros nos acompañen). El evento disparador puede ser una enfermedad, un accidente, una muerte, una separación, el exilio... pero también podría serlo un proceso íntimo hasta cierto punto independiente de los eventos externos: el hacer contacto con viejas heridas que insistentemente emergen en el pecho, o el confrontar rasgos nuestros que habíamos evitado ver, el decir "basta" a situaciones de comodidad en las que nos habíamos sobreadaptado, o el VER lo que durante mucho tiempo negamos obstinadamente...
Como en las leyendas, nadie puede atravesar la oscuridad del bosque en nuestro lugar; y uno de los principales riesgos de esta travesía es susurrarse a sí mismo que no se trata de UN TRAMO de la vida, sino que TODA nuestra vida es, fue y será así. ¡Cuidado! Dar cabida a este hechizo del pensamiento podría ser fatal. En cambio, si estamos despiertos hallaremos una zona interna que es capaz de no perder la serenidad, y de reconocer las ayudas que puedan aparecer. Quien se dispone a extraer conocimiento del dolor, se sorprenderá al encontrar recursos impensados, dentro y fuera de sí, que le permitan salir hacia la luz. Y quizás luego recordarle a otros que ninguna oscuridad es definitiva si se sigue en el Camino.
El tiempo de adentrarse en la Prueba y transitarla suele resultar árido y de una extraordinaria soledad (aunque otros nos acompañen). El evento disparador puede ser una enfermedad, un accidente, una muerte, una separación, el exilio... pero también podría serlo un proceso íntimo hasta cierto punto independiente de los eventos externos: el hacer contacto con viejas heridas que insistentemente emergen en el pecho, o el confrontar rasgos nuestros que habíamos evitado ver, el decir "basta" a situaciones de comodidad en las que nos habíamos sobreadaptado, o el VER lo que durante mucho tiempo negamos obstinadamente...
Como en las leyendas, nadie puede atravesar la oscuridad del bosque en nuestro lugar; y uno de los principales riesgos de esta travesía es susurrarse a sí mismo que no se trata de UN TRAMO de la vida, sino que TODA nuestra vida es, fue y será así. ¡Cuidado! Dar cabida a este hechizo del pensamiento podría ser fatal. En cambio, si estamos despiertos hallaremos una zona interna que es capaz de no perder la serenidad, y de reconocer las ayudas que puedan aparecer. Quien se dispone a extraer conocimiento del dolor, se sorprenderá al encontrar recursos impensados, dentro y fuera de sí, que le permitan salir hacia la luz. Y quizás luego recordarle a otros que ninguna oscuridad es definitiva si se sigue en el Camino.
la cabeza nos puede enfermar
En tu cerebro hay un dispositivo que puede salvarte la vida... o arruinártela. Su funcionamiento sano da lugar a algo que, aunque suene a sabiduría adquirida, en verdad nos viene escrito en el instinto: la prudencia. Esta palabra viene de "pro-videncia": "ver por adelantado lo que podría suceder" ("pre-ver", "pre-venir"). Tal anticipación permite que tomemos medidas para, eventualmente, protegernos. PERO... aunque todos los animales tienen este dispositivo, en el mamífero humano sucede algo especial: la capacidad de imaginación puede DESAJUSTAR su mecanismo, creando así auténticas películas de terror de las que somos guionistas... y desesperado público.
En mecánica, si una pieza queda suelta, moviéndose sin sentido, se dice que "gira loca". De allí la aplicación de este término a lo psicológico. Cuando los miedos utilizan el combustible de la imaginación... arden! Y el mecanismo instintivo auto-protector "se vuelve loco". Además, con diversos intereses ocultos o no, algunos difusores sociales, en vez incentivar a la prudencia son propulsores del miedo, con datos incorrectos, estadísticas parciales, rumores sin confirmar, profecías paralizantes... Así se vuelven directores de nuestra aterradora película, agregándole efectos especiales, personajes siniestros y un guión fatal. ¿Resultado? Ya NO prudencia, sino conductas compulsivas que nos impiden ser eficaces, solidarios, y genuinamente auto-cuidadosos.
Esto genera lo que llamamos stress por imaginación sobreestimulada. Las Neurociencias saben que cada imagen aterradora auto-creada segrega las mismas sustancias internas que una amenaza real, enfermándonos. Necesitamos gestar momentos de SILENCIO y QUIETUD que nos desintoxiquen de esa polución interior. Así podremos ejercer lo que los orientales llaman Viveka: la capacidad de discernir. Qué temores nacen de nuestra imaginación desbordada? Cuándo minimizamos lo que sucede y cuándo estamos siendo sensatos? Quiénes nos ayudan a tomar recaudos inteligentes y quiénes a confundirnos? O sea: calmar a nuestro animalito interno asustado para que el miedo en sí mismo no resulte un virus psicológico.
En mecánica, si una pieza queda suelta, moviéndose sin sentido, se dice que "gira loca". De allí la aplicación de este término a lo psicológico. Cuando los miedos utilizan el combustible de la imaginación... arden! Y el mecanismo instintivo auto-protector "se vuelve loco". Además, con diversos intereses ocultos o no, algunos difusores sociales, en vez incentivar a la prudencia son propulsores del miedo, con datos incorrectos, estadísticas parciales, rumores sin confirmar, profecías paralizantes... Así se vuelven directores de nuestra aterradora película, agregándole efectos especiales, personajes siniestros y un guión fatal. ¿Resultado? Ya NO prudencia, sino conductas compulsivas que nos impiden ser eficaces, solidarios, y genuinamente auto-cuidadosos.
Esto genera lo que llamamos stress por imaginación sobreestimulada. Las Neurociencias saben que cada imagen aterradora auto-creada segrega las mismas sustancias internas que una amenaza real, enfermándonos. Necesitamos gestar momentos de SILENCIO y QUIETUD que nos desintoxiquen de esa polución interior. Así podremos ejercer lo que los orientales llaman Viveka: la capacidad de discernir. Qué temores nacen de nuestra imaginación desbordada? Cuándo minimizamos lo que sucede y cuándo estamos siendo sensatos? Quiénes nos ayudan a tomar recaudos inteligentes y quiénes a confundirnos? O sea: calmar a nuestro animalito interno asustado para que el miedo en sí mismo no resulte un virus psicológico.
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