domingo, 27 de marzo de 2011

TIERRA DESNUDA

Hay días en que nombrar no basta
descalzo, salí a sentir la tierra
las hojas
la madrugada fría.
Bajo un árbol inclinado bajo el peso
de tantos vientos
(hueco y reseco
de retorcerse en sus ramas)
me supe vivo:
temblé la escarcha, el misterio, el vacío
y no pude sino caer, abrazar
el tronco
y llorar tanta belleza mezclando mi sal
con la tierra desnuda.
Al caer la tarde
la postrera, callaremos las palabras
con las que enhebramos
los pedazos de la vida.
Cuando llegue la noche
y se nos devuelva el silencio
oiremos al fin el latido.
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