Aquí no se explica que haya que abandonar todo bando. Aquí se sugiere considerar la posición en que uno se encuentra, como resultado de factores ajenos a la propia elección; factores educacionales, de ambiente, etc. Tal actitud hace retroceder el fanatismo, al tiempo que permite comprender los bandos o las posiciones que asumen otras personas. Evidentemente, esta forma de considerar el problema de los bandos contribuye a la libertad de la mente y tiende un puente fraterno, hacia las demás personas aun cuando éstas no coincidan con mis ideas, o aparentemente se opongan a mis ideas.
Este Principio, al tiempo que reconoce la falta de libertad en las situaciones que uno no ha construido, afirma la libertad de negar las oposiciones si son parte de las mismas situaciones. En otras palabras: yo no he decidido ser alto o bajo; gordo o delgado y si esa condición está acompañada de oposiciones a otros que tampoco eligieron su bando, tengo libertad para negar esa oposición. Yo no inventé a los altos, a los bajos, a los gordos o a los delgados, por tanto niego toda oposición responsable.
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