domingo, 3 de agosto de 2008

Frente al espejo


Hemos aprendido mal. Es como si hubiésemos entendido que ser buena persona se tratara de ejercer una despiadada Ley sobre quien se es. Sí: resulta muy usual que la buena gente reserve su crueldad, su implacabilidad, su falta radical de tolerancia... para consigo misma. Puede que jamás uno sea ni haya sido así con nadie en este mundo! Hemos confundido ser autoapreciativos con ser narcisistas, ser correctos con no disculparnos ningún error, ser modestos con enmudecer nuestro Canto...

Y es necesario, sí, aceptarse y perdonarse. Pero también hay algo más: pedirse perdón a sí mismo. Por toda la impiedad autoejercida. Por el automaltrato. Por exigir de sí mismo lo que uno no se atrevería a exigirle a nadie.

En Oriente se habla de Maitri, traducible como “amistad incondicional consigo mismo”. Ser con uno tal como somos con nuestros amigos: alentarnos a expresar lo mejor que tenemos, y, pacientemente, a subsanar falencias y desaciertos... Tal como cuidamos el vínculo con nuestros amigos porque sabemos que son valiosos, así necesitamos aprender a cultivar un vínculo sano y afectuoso con nosotros mismos.

Aquí va un poema que escribí hace algunos años para un Taller sobre este tema. Ojalá les acompañe...

FRENTE AL ESPEJO

Yo, que comí la cáscara
por no merecer la pulpa.
Yo, que le creí a la culpa
y me escondí tras su máscara.

Yo, que me abofeteé y me dije
los más obscenos insultos,
que me negué a darme indultos
condenándome a estar triste.

Yo, que suicidé a mi anhelo
para lograr ser querido.
Yo, que me enemisté conmigo,
truncando todos mis vuelos

Yo, que me escupí en la cara,
abusador de mí mismo.
Yo, que complací al cinismo,
sobornando a quien me amara.

Yo: exigente y despiadado,
con nadie como conmigo.
Yo: mi más cruento enemigo,
mi juez y mi sentenciado...

...me levanté esta mañana
cansado de no quererme,
de apagarme, oscurecerme
(que mi luz no encandilara).

Vi en el espejo mis ojos
mirándome en mi mirada,
tantas veces empañada
por mirarme con enojo...

Y me di ternura... Y vi,
en ese rostro cansado
que me observaba extrañado,
lo bello de lo que fui:

me vi ante los que han sufrido
amparando el desamparo.
Me vi veraz. Me vi honrado.
Me vi noble. Me vi erguido.

Me vi alentando lo Hermoso.
Me vi reparando heridas.
Con mi sangre agradecida
me supe ingenuo y gozoso.

Me vi venciendo al Abismo
sin mancha ni cicatriz...
y quise hacerme feliz
honrando que soy yo mismo.

Que soy franco, solidario.
Que soy leal y confiable,
y que cuando envainé mi sable
aposté a lo humanitario.

Sin autocompasión malsana,
fui piadoso ante mi pena,
y levanté mi condena...
como el que, amando, se ama.

Aprecié que, pese a todo,
pese al error y al acierto,
siempre elegí estar despierto,
sin sumergirme en el lodo.

Y mirando mi mirada
me pedí perdón, llorando.
Y, de mirarme mirando,
Amé a ése a quien miraba.

Quiero empezar a regarme,
fiel labriego de mí mismo,
porque no es egocentrismo
abrir mi Esencia y mostrarme.

Vine a Ser. Y eso decido:
dispongo abrirme a la Vida.
¡Ya basta de tanta herida,
siendo heridor... y el herido!

Declaro, en el día de hoy,
no una tregua: una Amistad.
Asumo la potestad
de respetar a quien soy.

Por todo lo que no fui,
y por lo que hice posible,
así: imperfecto y querible,
decido creer en mí.

Virginia Gawel

No hay comentarios: