domingo, 24 de octubre de 2010

LA ANGUSTIA NO SIRVE PARA NADA

Cuando la angustia toca a nuestras puertas, nos quedamos atornillados. En lugar de eso, deberíamos ver la dificultad ‘frente a frente’ y asumir que debemos derrotarla en el menor tiempo posible.
Con relativa frecuencia nos ocurre que, en lugar de analizar fórmulas para finiquitar los dolores de cabeza, nos desesperamos y nos preocupamos más de la cuenta.
Al final estamos tan distraídos, que nos estancamos y no logramos identificar cómo salir del lío.
Antes de ver lo que realmente nos está pasando, agrandamos la situación. Lo malo es que tal forma de asumir la vida provoca incendios que queman el ánimo y hasta el suspiro más recóndito del alma.
Es por eso que desatamos tormentas en un vaso de agua y, sin quererlo, nos acostamos con las mangas de nuestro estado de ánimo totalmente deshilachadas.
¿Qué es lo que sucede?
Pues, que nos estresamos.
Por ver las cosas más grandes de lo que realmente son, el estudiante cree que no será capaz de pasar una materia; la novia celosa encuentra un rival en cualquier mujer que se le acerque a su pareja; y el empleado refleja en el rostro de su jefe una carta de despido.
Es como tener un espíritu hipocondríaco, el cual encuentra en un simple resfriado a una enfermedad terminal.
Es una pena admitir que ese ‘cáncer’ carcome muchas de las esferas de nuestras rutinas en la oficina, en la casa y, en general, en todo el entorno.
Si nos seguimos comportando de esa forma, muy pronto tocaremos fondo.
La verdad es que no podemos ir por ahí agrandando las cosas. Por eso somos tan celosos, tan inseguros, tan asustadizos y tan amargados.
La vida no puede resumirse a una fuente continua de aflicciones, cargadas de ideas pesimistas. No nos podemos embadurnar en un pozo inagotable de malos presentimientos, de supersticiones o de angustias injustificadas.
¡Bueno! Hasta aquí la radiografía del problema; pero, ¿qué hacer para no ahogarse!
La valentía y una mirada optimista al futuro son actitudes que pueden ayudarnos durante los malos momentos.
Si en la actualidad usted atraviesa por una tribulación, al punto que ha perdido la serenidad, no hay mejor antídoto que tener la certeza de que sus angustias se desvanecerán muy pronto.
Las tinieblas internas que casi siempre usted se crea, desaparecen ante los rayos solares de una mente positiva.
Empiece a sacar la basura de su corazón. ¡Deshágase de aquello que le produce malas energías y decida encarar la vida con dignidad!
¿Sabe una cosa?
Muchos pacientes de cáncer lo hacen. Enfrentan su enfermedad con firmeza; y les va tan bien que incluso logran derrotar a la quimioterapia y se sobreponen a este penoso estado de salud.
Ojo, esta no es una invitación a encender velas o a ponerse a rezar como ‘lora borracha’; tampoco tiene que visitar brujos.
Aquí la cuestión es de limpiar ese carro de estupideces que usted acostumbra a estacionar en su mente.
Si está viendo mal, póngase gafas y vea el problema tal cual es. Porque con la misma claridad que asume la dificultad, usted encontrará la nitidez precisa de la solución.
Tenemos particulares formas de ver las cosas; sin embargo, casi siempre somos fatalistas y nos arropa el concepto de que nada es seguro. La verdad es que las cosas son imprevisibles y por eso, cuando nos ocurre algo, no estamos preparados para asumirlo. Es ahí donde conviene tener una gota de serenidad.
MÁXIMA
Quien pierde la serenidad, en su atolondramiento es como el mosquito que, teniendo libre salida por la ventana, se enfrasca y muere estrellado contra el vidrio.
BELLA HISTORIA
La serenidad no es sólo un asunto a tener en cuenta durante los problemas; cuando estamos felices y todo nos sonríe, también nos corresponde tomar una gota de ella.
Analice la siguiente historia:
De un panal se derramó su deliciosa miel, y las moscas acudieron ansiosas a devorarla. Y era tan dulce que no podían dejarla. Pero sus patas se fueron prendiendo en el dulce y no pudieron alzar el vuelo de nuevo. Ya a punto de ahogarse en su tesoro, exclamaron:
- ¡Nos morimos, desgraciadas nosotras, por quererlo tomar todo en un instante de placer!
Consejo: tome las cosas bellas de su vida con serenidad; poco a poco, para que las disfrute de una manera plena y no se vaya a ahogar dentro de ellas.

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