Hoy mis reflexiones tratan sobre los tiempos internos.
Hay un tiempo para todo.
Tiempo de pensar, de meditar y tiempo de actuar, de emprender.
Tiempo de sembrar y de cosechar, según reza la Biblia.
En cada aspecto de nuestra vida tenemos que tener la inteligencia emocional, de darnos cuenta cual es nuestro tiempo interno.
Para ello es imprescindible estar conectados con nuestro Ser interior, ese sabio que nos conduce por el camino que más nos conviene en cada momento
La naturaleza nos enseña a respetar los ritmos, primavera, verano, otoño e invierno. Cada estación nos brinda la posibilidad de algo diferente; cada una tiene su objetivo perfectamente establecido.
Necesitamos la vitalidad del verano y la pasividad del invierno, el renacer de la primavera y la sensibilidad del otoño.
Respetar los ritmos, los propios tiempos internos, sin forzarnos a avanzar cuando no lo sentimos así, y sin frenarnos cuando nuestra voz nos dice adelante; es un gran aprendizaje.
En tu interior siempre están las respuestas.
Eduquemos nuestro ego, aprendiendo a escuchar a nuestro sabio interior, permitiendo que él nos guíe.
Evitemos la tendencia de nuestro querido ego, a movernos en lo conocido y acostumbrado.
El resultado siempre es incierto, nunca tendremos la seguridad absoluta de lo que puede ocurrir, ya sea que actuemos o dejemos de hacerlo. Nunca tendremos el resultado garantizado.
Animémonos a seguir la voz de nuestro corazón, que tiene la certeza de que todo lo que sucede es lo que necesitamos en ese momento.
Dale tiempo al tiempo y el tiempo te enseñará muchas cosas
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