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Él: "Ya nunca te escucho decir 'te amo'!". Ella: "Es que les das más atención a tus amigos que a mí!". Él: "¡Porque tu madre está siempre en casa!". Ella:"¡Ni se te ocurra criticar a mi madre!". Y así, más y más de lo mismo. ¿Les suena? En verdad, ha de ser difícil escalar el Himalaya o graduarse como Ingeniero Nuclear... pero hay algo mucho más arduo: construir una pareja. Porque la pareja no es una flor silvestre: es una rara orquídea de cultivo. Y para que esa orquídea no se seque, no se pudra, no muera apenas ha brotado, es indispensable que los partícipes trabajen sobre las recíprocas proyecciones: la psique humana tiende a volcar sus contenidos inconscientes en un otro. Si esto sucede sin que nos demos cuenta, dejamos de PERCIBIR a ese otro, deformándolo con lo que proyectamos sobre él. Y, como el otro hace lo mismo con nosotros, si esto no se observa, cada uno se estará relacionando... con un extraño! Pues habremos reemplazado "percepción" por "proyección".
¿Qué proyectamos? Muchas cosas! Citemos algunas: a) Rasgos difíciles que no aceptamos como propios, de manera que... no los soportamos en el otro! b) Rasgos positivos que no nos atrevemos a ejercer, y que delegamos en el otro, generando una exageración de sus dones, -y con ello un amor dependiente-. c) Emociones que no tienen que ver con esa persona, sino con otras de nuestro pasado (de modo que el Inconsciente busca resolver en ESTA relación lo que quedó "sin digerir" de OTRAS relaciones). d) El Ánima y el Ánimus: modelos inconscientes, -en parte innatos-, de como "tendría que ser" nuestra pareja (lo cual, por supuesto, implica EXPECTATIVAS que esperamos el otro cumpla, y que el otro espera que nosotros podamos satisfacer). Carl Jung le llamó Ánima al arquetipo de mujer que todo hombre tiene dentro de sí, y Ánimus al varón interno de cada mujer. Veamos cómo funciona esto...
Cuando el hombre se asume como varón, su parte femenina queda relegada al Inconsciente. En la mujer, su varón interno. Mas luego, al ir madurando, la psique busca volverse completa. Así, el Inconsciente "pone fuera" esa parte relegada, de modo que nos resulte más visible y la recuperemos: el varón proyectará su Ánima en una mujer, quien oficiará de portadora de esa proyección. La mujer proyectará su Ánimus en un hombre. El trabajo será tomar conciencia de ello para recuperar esos rasgos propios, y ver quién es REALMENTE el otro. Una pareja externa, para prosperar, necesita que cada partícipe vaya tejiendo una buena relación con su pareja interna: el varón, encarnando conscientemente sus aspectos femeninos (sensibilidad, creatividad, afectuosidad...) y la mujer, su hombre interno (iniciativa, pensamiento propio, independencia...). Es decir: casarse consigo mismo para no exigirle al otro que sea "nuestra mitad". Nadie es la mitad de nadie! Cada uno está entero, pues su otra mitad habita dentro. Marie Louise Von Franz, colaboradora de Jung, lo dijo así en un reportaje:
"En las etapas iniciales de una relación
se mezcla por lo general
una gran parte de proyección,
y ésa es la causa de todas las peleas de amor.
Es decir: ella pide cosas que él no puede cumplir,
y él pide cosas que ella no puede cumplir,
y así Ánimus-Ánima chocan las espadas.
Si uno graba una pelea de amor
es lo mismo en todo el mundo,
literalmente, palabra por palabra.
Y eso es proyección!
Pero si las personas no escapan
y lo solucionan, y quitan en cambio
todo lo que hay de proyección,
entonces aparece, o se descubre,
debajo de esto, la verdadera relación.
Ahora bien: podría no haber nada...
o podría haber una relación enorme,
una verdadera relación, construida,
que no es lo mismo que proyección
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