Shock, Aturdimiento y Anestesia Emocional
“La primera reacción ante la noticia de la muerte o enfermedad terminal de un ser querido es la de incredulidad. Se entra en una especie de bloqueo semejante a la reacción inicial ante cualquier mala noticia. La persona se siente como congelada por dentro, sufre una suerte de anestesia emocional o desconexión emotiva, esa suerte de negación es un mecanismo de defensa que cumple con el propósito de suspender o anular lo que ocurre por ser demasiado doloroso, se cancela temporalmente el evento para poder seguir viviendo.
Muchas veces este estado de aparente control sobre la desgracia, que no es tal sino, como decimos, una reacción inicial de choque, embotamiento e irrealidad, es confundido con una admirable respuesta de valentía y entereza ante la tragedia.
Las personas relatan esos momentos con frases como “yo no era yo, actuaba, me movía y daba órdenes, pero en el fondo no había registrado aún la realidad a nivel emocional.
Ver a la persona muerta, asistir a los funerales-innegable ritual de despedida, oir cómo ocurrió la tragedia y poder hablar de ella ayudan al doliente a salir del estado de choque. Por el contrario, reforzar la anestesia emocional con tranquilizantes o antidepresivos que bloquean la sana y natural capacidad para reaccionar, o esconderle la verdad a una persona, definitivamente no ayudan para nada.
Entre más intempestiva e inesperada sea la muerte, más largo puede ser este primer momento de duelo: algunas personas relatan que tan sólo semanas o meses después pudieron sentir en toda su dimensión la ausencia del ser querido como irreversible.
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