Aceptar aquella verdad de que se está muriendo, permite alcanzar un estado de “estar maduro para morir”. En ese estado se acepta la verdad, la persona toma medidas prácticas para “alimentar a sus seres amados con los frutos de su vida”: redacta un testamento, resuelve los problemas familiares etc.
El enfermo terminal se enfrenta a una serie de temores que es necesario conocer para ayudarlo:
Temor a lo desconocido, al curso de su enfermedad
Al dolor físico y al sufrimiento
A la pérdida de partes del cuerpo o a la invalidez
A inspirar compasión
A perder el control de sí mismo o la autonomía en la toma de decisiones
A dejar a su familia y sus amigos
A la regresión o volverse niños (tener que usar pañales, ser bañados, alimentados)
A la muerte en sí, al proceso previo o al posterior
Las etapas del proceso por que pasa una persona en su trabajo de aceptación de la muerte pueden sintetizarse en las siguientes:
1.- Negación y Aislamiento
“Es la reacción inicial de choque : “no puede ser lo que está ocurriendo”. La mayoría de las personas que se enteran de que tenían una enfermedad mortal, reaccionan diciendo “no, yo no, no puede ser verdad”. La negación o por lo menos la negación parcial es habitual en todos los pacientes, no sólo en las primeras fases de la enfermedad o al enterarse del diagnóstico, sino también más adelante, de vez en cuando. Tal como no podemos mirar el sol todo el tiempo, no podemos enfrentar la muerte todo el tiempo. Estos pacientes pueden considerar la posibilidad de su propia muerte durante un tiempo, pero luego piensan en otras cosas y siguen con su propia vida.
La negación funciona como amortiguador. El mismo paciente que al principio niega, más adelante puede estar dispuesto y aliviado al sentarse a charlar con alguien de su muerte inminente. Este diálogo tendrá lugar cuando buenamente pueda el paciente, cuando él, no el oyente esté dispuesto a afrontarlo.
Es un mecanismo de defensa útil que permite a la siquis acomodarse y asimilar la realidad paulatinamente y no de un solo golpe: “quizás sea un error de diagnóstico, esto no me puede ocurrir a mí”. Es un recurso adaptativo muy normal que le permite a las personas asimilar gradualmente una realidad dura y dolorosa
Es importante entender que es mejor aprender a asumir la muerte antes que después. Es más fácil hacerlo cuando uno está sano y fuerte y menos asustado. Es mejor hacerlo a kilómetros de distancia que cuando se está a la puerta.
Y cuando se trata de ayudar a otro, lo que verdaderamente logrará ayudar es el cuidado persistente de alguien que haya afrontado y superado lo suficiente su propio temor a la muerte.
La persona siente la necesidad de abstraerse de la verdad mientras no sea capaz de soportarla. Ahora bien, el deber de la persona que lo quiere ayudar es esperar que llegue el momento indicado para hablar con el paciente. Debe ser sincero pero no debe imponer al enfermo la verdad. Se requiere prudencia y comprensión.
2.- Rabia e Irritabilidad
Cuando termina la etapa de negación comienza a aparecer la rabia. Preguntas como el porqué a mi o por qué ahora, o porqué no él, expresan la inconformidad del paciente con su obligado destino. Cuando no se puede seguir manteniendo la primera fase de negación, es sustituida por sentimientos de ira, rabia, envidia y resentimiento.
Esta fase es difícil de afrontar para familia y cuidadores. Porque la ira se desplaza en todas direcciones y se proyecta contra lo que les rodea.
La tragedia es quizás que no pensamos en las razones de su enojo y lo tomamos como algo personal, cuando el origen no tiene nada o muy poco que ver con las personas que se convierten en el blanco de sus iras. Cuando se toma esa ira como algo personal y se reacciona en consecuencia con más ira, no se hace más que fomentar la actitud hostil del paciente.
Hay que resaltar la importancia de la tolerancia ante la indignación de la persona.
3.- Negociación
Etapa fugaz en la cual la persona negocia con Dios, con la vida o con los médicos su curación o cuando menos la extensión temporal de su vida a cambio de promesas de buenas obras y sacrificios. Se suplica un aplazamiento.
La persona desahuciada sabe, por experiencias ajenas, que hay una ligera posibilidad que se le recompense por su buena conducta y se le conceda un deseo que prolongue su vida. Este premio generalmente se pide con un plazo de vencimiento “una boda, un nieto nacer etc). La mayoría de los pactos se hacen con Dios.
4.- Tristeza y Depresión
Cuando la persona constata que la negociación no da resultados, su insensibilidad o estoicismo, su ira o rabia será pronto sustituida por una sensación de pérdida. Se suman aquí otros factores que inciden en una depresión reactiva: las inmensas sumas que cuestan los tratamientos, la pérdida del empleo....Pero es distinta la depresión preparatoria esta no es el resultado de la pérdida de algo pasado sino que la preparación para pérdidas inminentes. Muchas veces nuestra reacción inicial ante personas que están tristes es intentar animarlas. Esto a veces no sirve y es a menudo expresión de nuestra incapacidad de contener o aguantar una cara larga por un período prolongado de tiempo. La persona necesita también expresar su dolor...realizar catarsis esto le facilitará la aceptación final. Y estará agradecido de los que se sienten a su lado sin decirle constantemente que no esté triste.
Inician aquí el duelo por su propia muerte y toman conciencia de que no sólo van a perder a un ser querido, sino a todas las personas y cosas que ha poseído. Durante esta preparación ya no se habla demasiado. Por lo general se les pide a los parientes y amigos que los visiten por última vez. Luego desean ver a sus hijos y al final de todo desean contar con una o dos personas de confianza sentadas en el lecho. Un apretón de manos o una caricia son mas importantes que las palabras....
5.- Aceptación
Aceptación pacifica de la muerte cercana como un fin alcanzable. Llega aquí a una fase en que su destino no le deprimirá ni le enojará. Habrá podido expresar sus sentimientos anteriores, su envidia a los que gozan de buena salud, su ira contra los que no tienen que enfrentarse a un fin tan pronto. Habrá llorado la pérdida inminente de tantas personas y de tantos lugares importantes y contemplará el fin de su cuerpo con relativa tranquilidad. Estará cansado y en la mayoría de los casos bastante débil. Además sentirá la necesidad de dormir o dormitar a menudo y en breves intervalos lo cual es diferente a la necesidad de dormir en épocas de depresión.
En estos momentos generalmente es la familia quien necesita más ayuda, comprensión y apoyo que la propia persona. Cuando el moribundo ha encontrado cierta paz y aceptación, su capacidad de interés disminuye. Desea que lo dejen solo o por lo menos que no lo agiten con noticias y problemas del mundo exterior. Muchos familiares no comprenden esta negativa del paciente y se sienten conmocionados o irritados al ver que no se comunica con ellos. Deben aprender a comprender que el paciente se ha despedido ya y que se dispone a efectuar la transición.
Nuestras conversaciones se vuelven más mudas que orales. Cuando ya no hay conversación, una presión, una mirada, un recostarse en la almohada puede decir más que muchas ruidosas palabras.
Es difícil saber si un paciente está abandonando la lucha demasiado pronto o realmente está entrando en la fase de aceptación.” ( Elizabeth Kubler-Ross, 1996)
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