miércoles, 18 de noviembre de 2009

El miedo a la muerte

Los hombres temen a la muerte tal como los niños a la oscuridad, escribió el filósofo Francis Bacon en 1625. Sólo si conocemos la verdad y nos preparamos para ella nos liberaremos del miedo a la terra incógnita de la muerte,

“¿Qué nos pueden enseñar otras culturas, aquellas que abordan con más desenvoltura la idea de la muerte?. Todas las culturas de la historia incluyen en su sistema de creencias una idea del más allá.

Yama es el dios de la muerte, Yamantaka, el dominador del miedo a morir. NO es la muerte en si, sino el miedo a ella. Los tibetanos creen, que si uno dedicara tiempo a meditar sobre Yamantaka, a estudiarlo, habituarse y hasta sentirse a gusto con él, sería posible superar el miedo a la muerte y hallar la paz de espíritu.....es reconfortante saber que toda una cultura reconoce el poder del miedo a la muerte y hasta tiene una receta para enfrentarlo.

Si preguntamos a quienes temen a la muerte, qué es exactamente lo que los asusta, es probable que la respuesta sea, la nada, lo desconocida, el vacío todo eso. Sin embargo, no hay sistema cultural o religioso de la tierra que describa el más allá como un grumo amorfo, una nada. Por el contrario, esos sistemas reconocen y mitigan el efecto desorientador presentando imágenes bastante claras de lo que hay más allá

Muchas personas eliminan el conocimiento sobre su muerte inminente por el miedo a morir en el aquí e ahora, por el miedo al juicio y al castigo posterior. Pero con la verdad llega el conocimiento en que el dolor no está en ella sino en la resistencia. El rechazo aumenta el temor y a la inversa la aceptación trae serenidad. La verdad puede ser una fuente de alivio

A pesar de sus éxitos tecnológicos, la sociedad occidental carece de una verdadera comprensión de la muerte y de lo que ocurre durante y después de ella. A la gente de hoy se le enseña a negar la muerte y se le enseña que no significa otra cosa que aniquilamiento y pérdida. Eso quiere decir que la mayor parte del mundo vive, o bien negando la muerte, o bien aterrorizado por ella. El mero hecho de hablar sobre la muerte se considera morboso, y la mayoría de las personas creen que el sólo hecho de mencionarla es correr el riesgo de atraérsela. Otros contemplan la muerte de manera ingenua, irreflexiva o frívola pensando que por alguna causa desconocida, les irá bien y no hay porqué preocuparse, “bueno morirse es algo que le pasa a todo el mundo, no es nada grave, es un hecho natural..todo irá bien...es una teoría muy bonita hasta que llega el momento de la muerte. De estas dos actitudes hacia la muerte , aquella que la considera algo de lo que hay que escabullirse y la otra, algo que se resolverá por sí sólo ¡qué lejos están ambas de comprender la verdadera importancia de la muerte!

Igualmente se trivializa la muerte si se la teme y se rehúsa afrontarla, como cuando se la convierte en algo romántico. Tanto la desesperación como la euforia ante la muerte, son formas de evasión. La muerte no es deprimente, no es emocionante; es sencillamente un hecho de la vida.








¿Por qué exactamente nos asusta tanto la muerte que nos negamos en redondo a contemplarla? Dentro de nosotros sabemos que no podemos evitar eternamente enfrentarnos a ella. Cuanto más tardamos en afrontar la muerte, cuanto más la borramos de nuestros pensamientos, mayores son el miedo y la inseguridad que se acumulan para acosarnos. Cuanto más intentamos huir de ese miedo más monstruoso se vuelve.

Las grandes tradiciones espirituales del mundo siempre han dicho que la muerte no es el final. Todas transmiten la visión de alguna clase de vida venidera, que infunde un sentido sagrado a esta vida que estamos llevando ahora. Pero a pesar de sus enseñanzas, la sociedad moderna es en gran medida un desierto espiritual en el que la mayor parte de la gente imagina que esta vida es lo único que existe. Carentes de toda fe auténtica en una vida posterior, las personas que llevan una vida desprovista de sentido, son mayoría.

¿Por qué vivimos en el terror a la muerte?. Quizás la razón más profunda de que temamos a la muerte, es nuestra ignorancia, ignoramos quienes somos, ignoramos cómo funciona nuestro psiquismo, ignoramos qué es la muerte.

Sofocamos nuestro miedo secreto a la muerte rodeándonos de más y más bienes, más y más cosas, más y más comodidades, más y más experiencias fuertes, hasta convertirnos en sus esclavos. Necesitamos todo tiempo y energía para mantenernos y sobrevivir

Nuestros más profundos temores son como dragones que protegen nuestro más profundo tesoro. El temor a la muerte suscita en nosotros la imagen de que nadie permanece, es como llegamos a descubrir, nuestra mayor verdad, ya que nos induce a preguntar: si todo muere y cambia, qué es lo verdaderamente importante?; ¿existe algo con lo que podamos contar que sobreviva a lo que llamamos muerte?” “( Sogyal Rimpoché, 1994)

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