Llamamos “no habituales” a los comportamientos que
muestran anormalidades respecto a parámetros del individuo o del grupo que se
esté considerando. Es claro que si la población de un país o un grupo humano
enloquecen, no dejamos de considerar a esos casos dentro de los comportamientos
“no habituales” por el hecho de contar con numerosos representantes. En todo
caso, ese conjunto humano debe ser comparado con situaciones estables en las
que ha vivido y en las que la reversibilidad, el sentido crítico y el control
de sus actos, tiene características previsibles. Por otra parte, hay casos “no
habituales” que son fugaces y otros que parecen arraigarse o aun desplegarse a
medida que pasa el tiempo. No es de nuestro interés tipificar esas conductas
sociales desde el punto de vista del Derecho, de la Economía, o de la
Psiquiatría. Tal vez encontraríamos más motivos de reflexión sobre estos casos
en la Antropología y en la Historia...
Si nuestro interés por los comportamientos “no habituales” nos
lleva al campo de lo personal, o a lo sumo de lo interpersonal inmediato,
seguirán siendo válidos los criterios de reversibilidad, sentido crítico y
control de los propios actos en relación con esa historia personal o
interpersonal. Aquí también es aplicable lo comentado anteriormente con
respecto a los casos “no habituales” fugaces y los que parecen arraigarse o aún
desplegarse en su anormalidad a medida que pasa el tiempo.
Llevemos pues nuestro estudio sobre los comportamientos “no
habituales” fuera del terreno de la patología para concentrarnos, dentro de
nuestra Psicología, en dos grandes grupos de estados y casos a los que hemos
llamado el grupo de la “conciencia perturbada” y el grupo de la “conciencia
inspirada”
Silo
No hay comentarios:
Publicar un comentario