Existe
lo que convencionalmente se llama “símbolo” y lo que se llama “alegoría”,
aunque no se haya definido con mucha precisión a cada una de esas
representaciones. Internamente, un símbolo es una imagen que surge del canal
abstractivo y una alegoría es una imagen que surge del canal asociativo.
Ambos tienen diferencias en la estructuración y en su forma general. Las
imágenes que han partido de la vía abstractiva son reductivas, están
desposeídas de caracteres secundarios, sintetizan una cantidad de
características o abstraen lo más esencial de todas las características
presentes; mientras que las imágenes que corresponden a la vía asociativa, son
imágenes multiplicativas.
También existen representaciones que cumplen con la función de
codificar registros. A ellos les llamamos “signos”. En ese sentido, la palabra
por ejemplo, es un signo que está codificado, que suscita un tipo de registro
en mí y que despierta además, una gama de fenómenos y procesos. Si a una
persona se le dice: “incendio”, probablemente no perciba más que la palabra
incendio, pero como ese registro está codificado, se despierta en su interior
un complejo sistema de reacciones. Y con cada palabra que se lanza, con cada
signo, se evoca esa codificación y las codificaciones que le son inmediatas.
Los signos, por cierto, provienen de distintas vías. Por
ejemplo, puedo yo establecer un sistema de relación sígnica con otra persona
moviendo los brazos, gesticulando de un determinado modo. Si yo gesticulo de un
modo frente a una persona, esta persona recibe ese dato que está codificado
internamente. ¿Y qué pasa con la codificación interna de ese dato? Pasa que
suscita en su interior el mismo proceso que ha dado lugar a la imagen en el
otro que ha lanzado el signo. De tal manera que se produce un fenómeno de
desdoblamiento, en donde finalmente llegamos al mismo registro. De no llegar al
mismo registro, no habría posibilidad de comunicación entre las personas. Y si
alguien me indica algo con un gesto, debo tener de ese gesto el mismo tipo de
registro interno que tiene la otra persona, porque de otra manera no podría
comprender el significado que tiene para ella tal operación. Es gracias a los
registros codificados que se pueden establecer relaciones entre personas. Se
trate de palabras, se trate de gestos, se trate de miradas, se trate de
posturas corporales generales, en todos los casos estamos hablando de signos
que establecen comunicación porque se tiene de ellos la misma codificación de
registro. Basta un gesto para soltar todo un sistema complejo de registros
codificados. Con un solo gesto, por ejemplo se puede inquietar mucho a otra
persona.
Podemos hablar de una sígnica y estudiarla en el mundo de
la comunicación entre las personas. Expresión y significado forman una
estructura y son inseparables. Cuando el significado de una expresión es
desconocido pierde su operatividad. Las expresiones que admiten diferentes
significados se comprenden por el contexto. Un signo puede ser la expresión de
un significado o señalar por carácter asociativo. Los códigos de señalización
están realizados con signos que indican objetos, fenómenos o actividades. Es
claro que tanto el símbolo como la alegoría pueden cumplir con funciones
sígnicas. En el primer caso, un triángulo invertido puesto en un cartel a la
vera de un camino, puede señalar la acción de una institución vial. En el
segundo, un rayo dibujado en un cartel que cuelga de un alambrado, puede
indicar “peligro: electricidad”.
Nuestro interés está puesto en los signos internos, o en
aquellos signos en cuanto disparan registros codificados en el interior de uno
mismo. Así como el gesto es lanzado hacia afuera como signo que el otro
interpreta, así también numerosos signos, símbolos y alegorías pueden ser
emplazados en el mundo externo y ser interpretados por otros.
Silo
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