Los sentidos son los límites
del sistema neuroendócrino aptos para enviar señales de información acerca del
medio externo e interno a los centros de procesamiento, coordinación y
respuesta. La especialización informativa es realizada por células (o equipos
de células) conversoras de energía ambiental que tienen la propiedad de
transformar impulsos heterogéneos provenientes del exterior a ellas, en
impulsos homogéneos comunes a todo tipo de sentido. La forma de energía que
llega a los receptores es variada: mecánica (como presión o contacto),
electromagnética (como luz o calor), química (como olor, sabor, contenido de oxígeno-anhídrido
carbónico en sangre). Estas formas de energía heterogénea, sufren ya en cada
receptor sensorial un primer procesamiento y se convierten en impulso nervioso
llegando a los centros de información como “bits” (señales) que difieren entre
sí en cuanto a la frecuencia de señal y silencio. Las células receptoras son
numerosas en su clase y actividad transformadora, reconociéndose por el
momento alrededor de 30 tipos distintos,
que se estructuran de modo particular dando lugar a los llamados “sentidos”.
Las variables energéticas del ambiente, no obstante, son mucho
más numerosas que la cantidad de sentidos aptos para recogerlas, como sucede en
el caso de la vista, receptor de sólo 1/70 partes del espectro electromagnético
aceptado y que es reconocido como luz visible. Este caso muestra cómo los
receptores son especializaciones de detección fenoménica restringida,
derivando de esto, enormes franjas de silencio para el equipo de percepción.
Aquí admitimos otros seis casos más (oído, olfato, gusto, tacto, kinestesia y
cenestesia) de lo cual resulta una enorme franja de silencio perceptual, si se
suman las insuficiencias de cada sentido. Importa considerar a los receptores
con respecto a la distancia de la fuente emisora (telerecepción, exterocepción,
interocepción, etcétera); a la distribución de los receptores en el cuerpo; a
las vías sensorias por las que se desplazan los impulsos homogéneos y a los
centros de procesamiento y coordinación a los que estos impulsos homogéneos
llegan. Allí se diferencian nuevamente resultando la “vivencia informativa”,
que permite al aparato hacer distinciones perceptuales, para trabajar
posteriormente con estructuras de interpretación y estructuras de respuesta
adecuadas a la “porción” de mundo detectado. Llamamos “franja perceptible” a la
forma particular de energía a la cual un receptor es más sensible. Ejemplificando:
el estímulo adecuado para las células receptoras del ojo, es la luz; la presión
es captada específicamente por otro tipo de receptores, pero la presión
sobre el globo ocular estimulará también a los receptores luminosos. De esto
resulta que existen franjas específicas para cada tipo de receptor y no
específicas que en determinadas condiciones pueden ampliar o reducir sus
umbrales considerablemente. Es necesario distinguir además entre la franja
(que se refiere a la cualidad del fenómeno) y los umbrales (que se refieren a
la cantidad o intensidad) del fenómeno. Estos umbrales trabajan con
captaciones mínimas y con máximos variables de tolerancia. Cada sentido ha sido
organizado teniendo en cuenta:
1. Órgano: incluye una mínima descripción
anatómico-fisiológica del órgano o de los receptores según fuera el caso.
2. Mecánica: describe, simplificadamente, los posibles modos
de operación de los receptores al transformar la energía proveniente del medio
en impulso nervioso.
3. Vía nerviosa y localización: indica brevemente el camino
que siguen esos impulsos hasta el punto de destino en la zona correspondiente
de la corteza.
Lo explicado, vale para los sentidos externos. En cuanto a los internos
(kinestesia y cenestesia) hay pequeñas variaciones expositivas debido a las
particularidades que presentanSilo
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