Existe diferente velocidad en el dictado de respuestas
al medio, siendo aquella proporcional a la complejidad del centro. Mientras el
intelecto elabora una respuesta lenta, la emoción y la motricidad lo hacen con
más velocidad y el centro vegetativo (en algunas de sus expresiones como el
reflejo corto), muestra la mayor velocidad de repuesta. El trabajo de los centros
es estructural, lo que se verifica por las concomitancias en los otros centros
cuando uno está actuando como primario. Ejemplificando: la actividad
intelectual es acompañada por un tono emotivo (“gusto por estudiar”), que ayuda
a mantener el interés mientras el nivel de trabajo de la motricidad se
reduce al mínimo. Si se trata de la recomposición vegetativa (por enfermedad,
por ejemplo), toda la energía es ocupada en ese trabajo y la actividad de los
otros centros se reduce al mínimo.
Los centros pueden trabajar desincronizadamente ocasionándose
errores en la respuesta. Del trabajo estructural de los centros se tiene
registro cenestésico y percepción psicológica y, por ello, en las experiencias
de mucho conflicto interno el trabajo de los centros se experimenta como
contradicción entre el pensar, el sentir y el actuar.
Silo
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