Un
estímulo sensorial genera impulsos que llegan a la corteza conjuntamente por la
fra y las vías sensoriales. Estos
procesan lentamente por la fra
(debido a sus múltiples relevos sinápticos), hasta alcanzar extensas zonas de
la corteza, mientras que los que siguen a las segundas, se propagan con gran
rapidez (dos a cuatro sinapsis solamente) hasta las áreas primarias específicas
del cortex. Los estímulos que producen despertar en la corteza (de sincronización),
producen frecuentemente hipersincronía en el sistema límbico (específicamente
hipocampo). Está de más decir que la disminución de los estímulos sensoriales
externos (oscuridad, silencio) predisponen al sueño; que los sistemas de
tensiones y climas lo dificultan (adrenalina presente por ejemplo); que el bajo
tono (cansancio por ejemplo) lo induce. En todo caso, los estímulos deben ser
considerados (desde el punto de vista de los niveles de conciencia)
cuantitativa y cualitativamente en su acción. Como características del impulso
aferente sensorio, se considerarían: su naturaleza o especificidad (receptor);
su frecuencia; su duración; su extensión; y su potencial de acción. Luego, los
impulsos sensoriales que ascienden por las vías específicas alcanzan también la
fra en su vía ascendente, que los
modula y regula según el estado de actividad en que se encuentran. Por otra
parte, llega información química general por vía sanguínea tanto a la fra como a las demás estructuras nerviosas
y glandulares del encéfalo.
a) Sueño. Cuando la fra
está inhibida (concomitantemente con un tono vegetativo general bajo, poca
actividad transmisora neuronal, e impulsos de escasa intensidad y/o calidad),
ejerce también una acción inhibidora sobre las estructuras encefálicas,
especialmente la corteza. Además, la fra
actúa como supresora o inhibidora de los impulsos sensoriales ascendentes (y
en casos, de los órganos de los sentidos mismos), determinando un predominio de
la información interna (cenestésica) por sobre la externa (proveniente del
medio).
Sueño pasivo. En este nivel, la actividad supresora de la fra bloquea las funciones corticales y
límbicas, y disminuye las de las otras estructuras subcorticales, reduciendo el
trabajo encefálico a sus funciones más primitivas. Esto corresponde a un
nivel de sueño sin imágenes, con un patrón eeg
delta, de baja frecuencia. En suma, este nivel integra el circuito
tronco-límbico en que los impulsos no excitan la corteza.
Sueño activo. A intervalos regulares distanciados, se activa el
circuito tálamo-cortical, que se suma al anterior produciéndose cortos períodos
de sueño con ensueños, que producen husos de actividad (desincronizaciones) en
las ondas delta y que externamente se reconocen por los movimientos oculares
rápidos (mor).
b) Semisueño. Nivel progresivo intermedio en que se
activa la fra desinhibiendo las estructuras
subcorticales e integrando gradualmente al sistema límbico y a la corteza,
efecto que es reforzado por la retroalimentación hipotálamo-cortical que se
establece. Simultáneamente desbloquea las vías sensoriales específicas dándose
un equilibrio inestable entre información externa e interna, e incrementando el
trabajo encefálico, a partir del momento de pasaje o “despertar”. El patrón eeg es de alta frecuencia y de poco
voltaje y se denomina theta. Se han integrado todas las estructuras encefálicas
pero su nivel de actividad no es completo y la capacidad transmisora nerviosa
(sináptica) es aún relativa.
c) Vigilia. La fra integra y “facilita” los impulsos
sensoriales y de asociación, manteniendo el estado de excitación de la corteza
que predomina sobre las funciones subcorticales, así como los impulsos de los
sentidos externos por sobre los internos. La capacidad transmisora ha
aumentado considerablemente. La actividad subcortical continúa, aunque
atenuada, lo que explicará en parte la base de numerosos hechos psicológicos
como los ensueños y el núcleo de ensueño.
Silo
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