Son numerosos los factores que han actuado en
nosotros para ir produciendo un comportamiento personal a lo largo del tiempo,
una codificación en base a la cual damos respuestas y nos ajustamos al medio.
El estudio de los círculos de personalidad y prestigio, nos ha permitido
acercarnos a esta idea.
Si hemos estudiado nuestra biografía desde un
punto de vista situacional, habremos comprobado que frente a nuestro medio de
formación actuábamos en él con modos característicos. De cara a los valores
establecidos arremetíamos contra ellos, o los aceptábamos, o nos replegábamos
sobre nosotros mismos. Así íbamos formando nuestras conductas en el mundo de
relación, pero existían además reajustes continuos. Mirábamos ese mundo y
mirábamos a otras personas mientras actuábamos. Reconsiderábamos nuestra
acción, proponiéndonos nuevas conductas, nuevos ajustes. Paralelamente, éramos
"mirados" por otros que nos alentaban o que nos reprobaban. Desde
luego, existía una "mirada" institucional propia del sistema legal;
también una "mirada" propia de las convenciones y costumbres. También
existía para algunos una "mirada" más compleja. Una mirada externa,
pero que nos escrutaba no solamente en nuestro comportamiento externo, sino en
nuestras intenciones más profundas. Era la mirada de Dios. Para otros, era la
mirada de la propia "conciencia" entendiendo a ésta como una
disposición moral del pensamiento y la conducta.
La propia mirada sobre el
mundo y las miradas ajenas sobre uno mismo, actuaban pues como reajustes de
conducta y gracias a todo esto se fue formando un comportamiento. Hoy ya
contamos con un enorme sistema de códigos acuñados en nuestra etapa de
formación. Nuestra conducta responde a él y se aplica a un mundo que, sin
embargo, ha cambiado.
L. A. AMMANN
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