Recordando el esquema que
planteamos anteriormente, no había más que una estructura, un sistema de
estímulos y un centro que daba una respuesta a esos estímulos. Ese centro luego
se especializaba en distintas franjas, eran franjas de actividades de respuesta
frente a los estímulos. Y entonces distinguíamos distintos centros, pero
sabíamos también que estos centros variaban en la respuesta no sólo por
variación de estímulos, sino que variaban en la respuesta por el estado en el
cual se encontraban ellos mismos. A ese estado en el que se encontraban los
centros en un momento dado, le llamábamos nivel de trabajo. Ese nivel de
trabajo, por lo tanto, iba modulando la actividad del centro en sus respuestas.
Si el nivel de trabajo era alto, la respuesta hacia el mundo era más eficaz,
más manifiesta. Si el nivel de trabajo era bajo, la respuesta hacia el mundo no
era tan eficaz.
En esta estructura encontramos el nivel de vigilia que favorece
la actividad hacia el mundo externo. Por otra parte, encontramos al sueño como
un nivel que aparentemente bloquea la respuesta al mundo externo, aún cuando
los estímulos parecen llegar plenamente al durmiente. Y hay un nivel
intermedio, el de semisueño, por el cual se transita al conectar y desconectar
con el mundo externo.
Hablamos de los niveles de trabajo y nos referimos a ellos como
la movilidad interna que tiene la estructura de la conciencia para responder a
los estímulos. Estos niveles tienen su propia dinámica y no se los puede
considerar como simples compuertas que se cierran o abren. En realidad,
mientras se está trabajando en un nivel, en los otros niveles sigue existiendo
movilidad con energía más reducida. Es decir que si nos encontramos, por
ejemplo, en el nivel vigílico, el nivel de sueño continúa trabajando aunque con
actividad reducida. De esta suerte, existen fuertes presiones de los otros
niveles frente al nivel que se expresa en ese momento. De este modo, son numerosos
los fenómenos propios de la vigilia que están afectados por fenómenos de los
otros niveles y son numerosos los fenómenos propios del sueño que están
afectados por la actividad de los otros niveles. Esto de concebir a los
niveles, no como compartimentos estancos sino como un conjunto de potenciales
de trabajo que están en dinámica simultánea, tiene importancia para luego
entender fenómenos que llamaremos de “rebotes” de contenidos, de “presión” de
contenidos, etcétera.
Así como existen localizaciones neuroendocrinas que regulan las
actividades de respuesta del ser humano (y a los que englobamos con la
designación de “centros”), también existen localizaciones que regulan a los
niveles de trabajo de la conciencia. Efectivamente, ciertos puntos envían
señales para que se efectúe la actividad vigílica, de semisueño, o de sueño. A
su vez, esos puntos que envían señal, reciben instrucciones de diferentes
partes del cuerpo antes de ponerse a disparar sus órdenes, con lo que resulta
un circuito cerrado. En otras palabras: cuando el cuerpo necesita del reposo
nocturno, suministra datos a ciertos puntos que comienzan a dar sus señales y
entonces el nivel de conciencia baja... No queremos meternos en ninguna de las
complicaciones fisiológicas o psicofisiológicas del caso, sino manejarnos en
términos muy generales.2 Cuando se van acumulando determinadas
sustancias en el cuerpo, o cuando el trabajo cotidiano ha provocado fatiga en
el cuerpo, estas sustancias y esta fatiga acumuladas dan señales, suministran
señales a un punto que las colecta. Y este punto que colecta esas señales
comienza a emitir también sus mensajes con lo cual el nivel de conciencia
baja. Va bajando este nivel hasta que el sujeto experimenta sueño y entra en
ese estado de sueño con lo que comienza la etapa reparadora del circuito. Por
supuesto que no se trata sólo de reparar al cuerpo con esto de la “bajada” del
nivel de conciencia. La baja del nivel de conciencia va a permitir que se
produzcan numerosos fenómenos complejos y no sólo de reparación. Pero en
principio, podemos verlo así. A su vez, cuando el descanso ha hecho su efecto
reparador, estos puntos comienzan a enviar señales al punto de control que a su
vez emite sus señales para ir provocando el despertar. También, estímulos
externos o fuertes estímulos internos pueden disparar el fenómeno y producirse la
subida de nivel aún cuando el sueño no haya cumplido con su efecto reparador.
Esto es bien evidente. Nuestro sujeto está reparando, está descansando, pero
una detonación al lado de sus oídos provoca el despertar. Así que los ciclos se
van manifestando, los ritmos se van expresando en estos niveles y tienen su
rítmica propia, pero cuando interviene un fenómeno que rompe los límites de
umbral se produce el disparo desde ese centro de control interno y comienza el
despertar fuera de ritmo.
En el nivel de vigilia encontramos el mejor despliegue de
las actividades humanas. Los mecanismos racionales trabajan plenamente y se
tiene dirección y control de las actividades de la mente y del cuerpo en el
mundo externo.
En el nivel de sueño, en cambio, los mecanismos racionales
se ven muy disminuidos en su trabajo y el control de las actividades de la
mente o del cuerpo es prácticamente nulo. En momentos, el sueño es netamente
vegetativo y sin imágenes; en momentos el sueño es como si estuviera bajo el
predominio total, absoluto, del centro vegetativo y trabajara solamente
esa estructura dando respuestas a estímulos internos. Ahí no hay imágenes que
pueblen la pantalla de la conciencia; se está en un estado tal que llegan
datos internos y se “responde” a esos datos también internamente y todo esto lo
va haciendo con su automatismo característico, el centro vegetativo. Pero
luego comienza un ciclo de sueño con ensueños, con imágenes, que más adelante
se vuelven a interrumpir comenzando otro período sin ellas. Esto sucede cada
noche. De manera que aún en el nivel de sueño, sueño profundo, encontramos
un estado plenamente vegetativo, sin imágenes y un estado en donde las imágenes
aparecen. Todo esto tiene sus ciclos y ritmos.
Diferenciamos, por supuesto, entre niveles y estados. Las
imágenes del sueño son muy veloces, tienen fuerte carga afectiva y
sugestionan fuertemente a la conciencia. El material de estas imágenes está
tomado de la vida diaria aunque articulado caprichosamente. Esto de
“caprichosamente” se verá más adelante que no es tan así, ya que llegando al
tema de las conformaciones alegóricas y de otro tipo en las producciones
oníricas, veremos que esto está sometido a un conjunto de leyes bastante
precisas. Pero por ahora decimos que las cosas se articulan caprichosamente. El
sueño sirve para reparar al cuerpo y para ordenar toda la masa de información
recibida durante el día. Además, sirve para descargar numerosas tensiones
físicas y psíquicas.
En el semisueño, se mezclan fenómenos de los otros dos
niveles. Al semisueño se asciende del sueño y a él se llega antes del despertar
completo. También en plena vigilia se desciende al semisueño en los estados de
fatiga y se empiezan a verificar las mezclas de niveles. El nivel de semisueño
es pródigo en fantaseos y largas cadenas de imágenes que cumplen con la función
de descargar tensiones internas.
El ensueño en vigilia no es un nivel sino un estado, en
el que imágenes propias del nivel de sueño o semisueño se abren paso
presionando a la conciencia. Estos ensueños actúan, se manifiestan en la
vigilia por presión de los otros niveles. Ello ocurre con la finalidad de
aliviar tensiones. Pero también los ensueños en vigilia sirven para compensar
dificultades de situación o necesidades que experimenta el sujeto. Esto, en su
última raíz, está emparentado con el problema del dolor y ese es el indicador
interno y el registro interno que se tiene cuando no se puede expresar el
sujeto en el mundo y entonces aparecen imágenes compensatorias. Cuando
hablamos de fantaseo o ensueño en vigilia no nos referimos al nivel de
semisueño, ya que el sujeto puede seguir realizando sus actividades cotidianas
mecánicamente, “soñando despierto”, por así decir. El sujeto no ha descendido
al semisueño o al sueño profundo; el sujeto sigue con sus actividades
cotidianas pero, sin embargo, los ensueños empiezan a rondar.
Observamos que la mente se traslada de un objeto a otro, instante
tras instante. Que es muy difícil mantener una idea, un pensamiento, sin que se
filtren elemento ajenos a ellos, es decir: otras imágenes, otras ideas, otros
pensamientos. A estos contenidos erráticos de conciencia, los llamamos
“ensueños”. Estos ensueños o divagaciones, dependen de las presiones de los
otros niveles, también de estímulos externos tales como ruidos; olores; formas;
colores, etcétera, y de estímulos corporales como tensión; calor; hambre; sed;
incomodidad, etcétera. Todos estos estímulos internos y externos, todas estas
presiones que están actuando en los otros niveles, se manifiestan formando
imágenes y presionando al nivel vigílico. Los ensueños son inestables y
cambiantes y constituyen impedimentos al trabajo de la atención.
Llamamos “ensueños secundarios” a aquellos que se disparan cotidianamente
y que tienen carácter situacional, es decir, pasajero. Un individuo que se
encuentra en una situación, es sometido a un conjunto de presiones externas y
surgen respuestas de ensueños secundarios; cambia a otra situación y surgen
otras respuestas de ensueños secundarios. Consideramos a estos como ensueños
secundarios o situacionales porque se disparan en respuesta, en compensación
de situaciones más o menos precisas.
Pero existen otros ensueños de mayor fijeza o repetición que aún
variando denotan un mismo clima mental, una misma “atmósfera” mental. Aquellas
imágenes que surgieron por única vez en una situación dada y después
desaparecieron son bien diferentes a estas otras imágenes que, aunque
cambiemos de situación, aparecen repetitivamente. Estos ensueños que no son secundarios
pueden cambiar también, a su modo. Pero tienen permanencia aunque sea en esto
del clima mental, tienen un sabor similar. Como digresión, obsérvese que las
palabras que estamos usando son netamente sensoriales. Hablamos de “clima”,
como si fuera táctil la percepción de ese fenómeno. Hablamos de “sabor”, como
si se pudiera degustar un ensueño... ya volveremos sobre estas particularidades
más adelante.
A veces estos mismos ensueños aparecen en los fantaseos del semisueño
y también en el sueño nocturno. El estudio de los ensueños secundarios y de los
ensueños en los otros niveles, sirve para determinar cierto núcleo fijo de
divagación que es un fuerte orientador de tendencias psíquicas. En otras
palabras, que las tendencias vitales de una persona, aparte de las condiciones
que imponen las circunstancias, están lanzadas a alcanzar esa imagen, ese
ensueño fijo que las guía. Este núcleo fijo se va a manifestar como imagen;
esta imagen va a tener la propiedad de orientar al cuerpo, de orientar las actividades
en una dirección. La imagen apunta en una determinada dirección y allá va toda
la estructura.
El núcleo de ensueño orienta a numerosas tendencias de la
vida humana en una dirección no advertida claramente desde la vigilia y muchas
de las razones que una persona pudiera dar sobre algunas de sus actividades, en
realidad están movidas por ese núcleo y no están movidas por esas “razones”;
más bien estas razones son función de ese núcleo. Consecuentemente, los
cambios en el núcleo provocan cambios en la orientación de algunas tendencias
personales. Siempre esta persona sigue buscando cómo satisfacer sus
necesidades, pero siempre este núcleo sigue ponderando la dirección. En otros
casos, el núcleo queda fijado, queda adherido a una etapa de la vida, aunque
las actividades generales se vayan modificando. A este núcleo de ensueño no se
lo visualiza sino que se lo experimenta como clima mental. Las imágenes guían
las actividades de la mente y podemos registrarlas pero este núcleo de ensueño
no es una imagen; este núcleo de ensueño es el que va a determinar imágenes
compensatorias. Así pues, el núcleo de ensueño no es una imagen sino que es
ese clima mental que se experimenta. El núcleo va a motivar la producción de
determinadas imágenes que, consecuentemente, van a llevar a una actividad.
Ejemplo de núcleo negativo es un permanente sentimiento de
culpa, por ejemplo. Un señor tiene un permanente sentimiento de culpa. Él no
ha hecho ninguna cosa reprobable, o sí, pero lo que él experimenta es este
estado de culpa, él se siente culpable. Él no tiene ninguna imagen pero
experimenta ese especial estado de conciencia. Tomemos, en otro ejemplo, el
sentimiento trágico del futuro. Todo lo que va a pasar va a salir mal. ¿Por
qué? No se sabe. Tomemos al sentimiento continuo de opresión. El sujeto está
oprimido, dice que “no se encuentra consigo mismo” y siente que las cosas se le
vienen encima... No hay por qué pensar, sin embargo, que todos los núcleos sean
negativos.
Los núcleos permanecen fijados durante años, apareciendo los
ensueños compensatorios de tales núcleos. Durante largo tiempo estos núcleos
están operando. Y van dando lugar al nacimiento de ensueños compensatorios.
Así, por ejemplo, si el núcleo que presiona constantemente es parecido al
sentimiento de abandono, si este sujeto se encuentra abandonado, si este sujeto
se encuentra desprotegido, si experimenta ese sentimiento de desprotección y
de abandono, es muy probable que surjan ensueños compensatorios de
adquisición, de posesión y que estas imágenes guíen las actividades del sujeto.
Seguramente, esto pasa no solamente en el ámbito individual sino en el ámbito
social y en determinados momentos históricos. Seguramente, en épocas de
fractura histórica aumentan estas imágenes de posesión desmedida, porque
aumentan los climas de abandono, los climas de desposesión, las faltas de
referencias internas.
Los ensueños secundarios dan respuestas compensatorias a
estímulos, sean estímulos de situación o de presiones internas, porque su
función es la de descargar las tensiones producidas por estas dificultades
internas. Por tanto, los ensueños secundarios son muy variables pero se
observan en ellos algunas constantes. Se puede advertir que estos ensueños
giran en torno a un clima particular. Estos ensueños van variando según la
situación, se van expresando de distinto modo, pero tienen algo en común. Y eso
en común que tienen nos hace advertir la presencia de un clima particular que
tiene que ver con cada uno de ellos. Ese clima común que tienen los ensueños
secundarios delata al núcleo de gran fijeza que es el que no gira situacionalmente,
sino que es el que permanece en las distintas situaciones.
En uno de los ejemplos mencionados, el sujeto está en una
situación que le es sumamente ingrata y piensa que todo le va a salir mal. Lo
cambiamos a una situación que le es sumamente grata y sigue pensando que todo
le va a salir mal. De manera que aún variando las situaciones, ese clima sigue
presionando y sigue disparando imágenes. Cuando el núcleo de ensueño empieza a
manifestarse como imagen fija, dicho núcleo comienza a variar por cuanto su
tensión básica ya se orienta en el sentido de la descarga. Podemos usar una
figura explicativa: al sol no se lo ve cuando está arriba, al sol se lo ve en
el horizonte, a la salida y a la postura del mismo. Con el núcleo de ensueño
sucede lo mismo: no se lo ve en plena actividad aún cuando sea más fuerte en su
presión. Se lo ve cuando recién se origina o se lo ve cuando declina. El
núcleo puede durar años o toda la vida, o modificarse por accidente. También
al variar una etapa vital puede cambiar el núcleo. Si este núcleo, si ese
clima fijo ha surgido es porque está relacionado con determinadas tensiones y
al cambiar la etapa vital esas tensiones se modifican considerablemente. La
orientación de la vida comienza a cambiar y la conducta experimenta modificaciones
importantes. La orientación de la vida cambia porque han cambiado esos
ensueños que dan dirección hacia los objetos, y estos ensueños que dan
dirección han cambiado porque ha cambiado el clima que los determina, y los
climas han cambiado porque ha cambiado el sistema de tensiones internas, y el
sistema de tensiones ha cambiado porque ha cambiado la etapa física del
sujeto, o porque ha surgido un accidente que ha provocado también el cambio
en el sistema de tensiones.
Los centros que hemos examinado en algunos casos dan órdenes a
otros centros. Aquellos centros voluntarios, como el centro intelectual, da
órdenes a las partes voluntarias de los otros centros, pero no a las partes
involuntarias de los otros centros y mucho menos a los centros instintivos,
particularmente al centro vegetativo en su trabajo interno. Este centro intelectual
no da órdenes y si las da nadie le responde. No varía la presión sanguínea, ni
varía la circulación, ni varían los tonos profundos porque el intelecto dé
órdenes. Es al revés la cosa. Las presiones internas que dan lugar al nacimiento
del núcleo de ensueño, están ligadas al funcionamiento de los centros
instintivos. Y por ello varían tales núcleos con los cambios de etapa
fisiológica, del mismo modo que los accidentes físicos graves logran parecidos
efectos. Así es que no cambian estos núcleos por órdenes recibidas desde el
centro intelectual, por ejemplo, sino que cambian estos núcleos cuando cambia
la actividad vegetativa, por lo cual es muy difícil modificar voluntariamente
estos núcleos. Varían tales núcleos con los cambios de etapas fisiológicas.
Hemos dicho, además, que los ‘shocks’ emotivos pueden también formar o
modificar un núcleo de presión interna ya que la parte involuntaria del centro
emotivo, según explicáramos, da señales a todos los centros modificándolos en
su acción. Si el ‘shock’ emotivo es intenso puede modificar por mucho tiempo el
funcionamiento del centro vegetativo. Ejemplos hay a mares. Ese ‘shock’ emotivo
puede desatar, desde ese momento, un nuevo núcleo de presión apareciendo la
compensación consecuente. También los ensueños secundarios habrán de mostrar el
surgimiento de un nuevo tema permanente, no obstante su variabilidad, y las
búsquedas o las intenciones vitales del sujeto se orientarán de otro modo,
variando también su comportamiento en el mundo. El sujeto recibió un fuerte
‘shock’ y a partir de ese ‘shock’ cambió su vida. A partir de ese ‘shock’
cambiaron sus actividades y sus búsquedas vitales. Esos ‘shocks’ emotivos
pueden actuar con tal fuerza que además provoquen alteraciones serias en
algunos puntos del centro vegetativo ya que el centro emotivo, en su parte
involuntaria, actúa sobre el centro vegetativo y lo modifica. ‘Shocks’ que
llegan a esos niveles de profundidad emotiva pueden provocar alteraciones serias
en algunos puntos del centro vegetativo, apareciendo disfunciones y somatizaciones.
Somatizaciones por acción emotiva, es decir, enfermedades físicas causadas por
accidentes emotivos.
Resumiendo. Hemos hablado de los niveles de conciencia diciendo
que existen puntos corporales desde los cuales se manejan estos niveles, así
como hay otros puntos corporales que manejan los centros. Estos puntos
corporales detectan señales y dan señales a su vez para que el nivel de
trabajo de esa estructura suba o baje.
Hemos dicho que en el nivel de vigilia las actividades
intelectuales se despliegan enormemente. Que en el nivel de sueño estas
actividades disminuyen considerablemente, aún cuando las imágenes aumenten en
su poder. Y que en el nivel de semisueño se encuentra esto mezclado.
Hemos diferenciado entre niveles de conciencia y estados en que
se puede encontrar un determinado nivel. Hemos dicho que los ensueños que
aparecen en el nivel vigílico son productos de tensiones situacionales o
productos de las presiones de los otros niveles. Así es que los ensueños que
aparecen en el nivel de vigilia no son indicativos de niveles, sino que reflejan
estados.
Hemos hablado también de que estos ensueños situacionales
tienen entre sí algún tipo de relación. Una relación que no va por la imagen,
sino que va por el clima. Esa relación de clima que tienen los ensueños
secundarios entre sí nos permite hablar de un núcleo de ensueño. Este núcleo
de ensueño tiene gran fijeza y responde a tensiones profundas. El núcleo varía
con dificultad a lo largo del tiempo, pero hay determinados ‘shocks’ emotivos
profundos que lo pueden bombardear y también los cambios de etapa vital
provocan modificaciones en él.
Es el núcleo de ensueño el que orienta las tendencias de la vida
humana. Los ensueños secundarios dan respuestas compensatorias a estímulos de
situación y están invadidos por el clima del núcleo de ensueño. Las presiones
internas que dan lugar al nacimiento del núcleo de ensueño están ligadas al
funcionamiento de los centros instintivos. Así que estos núcleos están ligados
fuertemente al centro vegetativo y al centro sexual. Son ellos los que en
realidad motivan el surgimiento del núcleo de ensueño.
Silo
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