En este nivel expositivo, entendemos a las “formas”
como fenómenos de percepción o de representación. La morfología de los
impulsos estudia a las formas como estructuras traducidas y transformadas por
el aparato psicofísico en su trabajo de respuesta a los estímulos.
De un mismo objeto puede tenerse
distintas formas según los canales de sensación usados, según la perspectiva
con respecto a dicho objeto y según el tipo de estructuración que efectúe
la conciencia. Los distintos niveles de conciencia ponen, cada uno, su propio
ámbito formal. Cada nivel procede como estructura de ámbito característico,
ligado a formas también características. Las formas que emergen en la conciencia
son reales compensaciones estructuradoras frente al estímulo. La forma es el
objeto del acto de compensación estructuradora. El estímulo se convierte
en forma cuando la conciencia lo estructura desde su nivel de trabajo. Así, un
mismo estímulo se traduce en formas distintas según respuestas estructuradoras
de distintos niveles de conciencia. Los diferentes niveles cumplen con la
función de compensar estructuradamente al mundo.
El color tiene gran importancia
psicológica pero aun cuando sirve a la ponderación de las formas, no modifica
su esencia.
Para comprender el origen y
significado de las formas se debe distinguir entre sensación, percepción y
representación.
Funciones de la representación interna
Silo
1. Fijar la percepción
como memoria.
2. Transformar lo
percibido de acuerdo a necesidades de la conciencia.
3. Traducir impulsos
internos a niveles perceptibles.
Funciones de la representación externa
1. Abstraer lo esencial para ordenar (símbolo).
2. Expresar convencionalmente abstracciones para
poder operar en el mundo (signo).
3. Concretar lo abstracto para recordar
(alegoría).
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