Las múltiples tendencias de
las personas, sus diferentes conformaciones físicas y la diversidad de acciones
con las que responden al mundo, hacen muy difícil la tarea de establecer
clasificaciones de carácter sobre la base de rasgos comunes. Un estudio de este
tipo debería tener en cuenta que la situación de los individuos en el medio es
dinámica y variable; que a lo largo de la vida se va adquiriendo experiencia y
se puede sufrir accidentes que produzcan profundas transformaciones de
conducta. Una posible “caracterología” debería atender a lo innato combinado
con lo adquirido. Las disposiciones innatas, también susceptibles de cambio, se
reflejan en actitudes psíquicas y en formas corporales más o menos típicas. Por
otra parte, esa tipicidad va a resultar del trabajo predominante de alguno de
los centros sobre los otros, con su velocidad de resonancia y dirección de la
energía característica, pero esto será modificable según la estructura de
situación. Es decir que se podría establecer también una tipología situacional,
ya que se descubren distintas respuestas en los mismos tipos básicos. Al tipo básico
se le suman las formas culturales de la época, la situación social, el género
de tareas cotidianas, etcétera, y todo aquello configura lo que llamamos
“personalidad”.
Silo
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