Órgano. Los ojos son
órganos complejos sensibles a la luz. Por su ubicación permiten al ser humano,
una visión tridimensional de los objetos. Desde luego que la visión tridimensional
está integrada a un sistema de interpretación perceptual bastante más
complejo que el órgano mismo. Equipados con músculos rectos y oblicuos, poseen
una amplitud de movimiento inferior a 180º. Desde hace tiempo se viene
describiendo alegóricamente al ojo como una cámara fotográfica: un sistema
de “lentes” (córnea y cristalino), enfoca las imágenes sobre un estrato
fotosensible (retina) ubicado en el fondo del ojo; párpados e iris contribuyen
a la protección del sistema y a la regulación (a modo de diafragma en el
segundo caso) de la intensidad luminosa recibida por los receptores.
Mecánica. Se acepta que la
retina es una delgada película compuesta por varias capas de células nerviosas.
La luz pasa a través de ellas hasta llegar a los fotorreceptores. A éstos los
han agrupado en dos tipos principales: a) de cuerpos gruesos o “conos” que se
encuentran concentrados sobre todo en el centro de la retina (fovea) y que
informarían sobre colores, trabajando mejor a plena luz y b) de cuerpos finos
llamados “bastoncillos” concentrados máximamente en la periferia retinal, más
numerosos que los conos y sensibles a la penumbra, informarían sobre claroscuros.
Conos y bastoncillos contienen pigmentos que al absorber distintos tipos de luz
resultarían alterados en su estructura molecular. Esta alteración estaría
relacionada con el impulso nervioso que es enviado al cerebro.
Vía nerviosa y localización.
Ya transformado el impulso externo en impulso nervioso, viaja a través del
nervio óptico pasando, luego de etapas intermedias, a la corteza occipital de
ambos hemisferios cerebrales.
Silo
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