lunes, 13 de mayo de 2013

Ayudando a los que quedan




Una de las mayores fuentes de angustia para quienes han perdido un ser querido es la creencia de que ni ellos ni nadie pueden ayudar en nada al difunto. Una manera de consolar a los afligidos es alentarlos a hacer algo por los seres queridos que acaban de morir, viviendo aún más intensamente a favor de ellos después de su muerte, practicando por ellos y confiriendo a su muerte un sentido más profundo..

Para ayudar a la persona que acaba de sufrir una pérdida de un ser querido tendremos  que recurrir a toda nuestra paciencia y sensibilidad. Tendremos que pasar largos ratos con ella y dejarla hablar, escuchar en silencio y sin juzgar mientras revela sus recuerdos mas íntimos o nos explica una y otra vez las circunstancias de la muerte.

Las personas que viven el dolor de la pérdida de  un ser querido pasan por una especie de muerte. Igual que alguien que se encuentra a punto de morir, necesitan saber que las emociones perturbadoras que sienten a veces son completamente normales. Necesitan saber también que el proceso de duelo puede ser  largo y también  difícil. Ahora bien, también es importante que sepan que aunque la aflicción puede prolongarse por un año o dos, llegará a su fin y se transformará en aceptación.

Muchas veces los familiares y amigos de la persona en duelo esperan que vuelva a la normalidad a los pocos meses. Eso sólo consigue intensificar su desconcierto y su aislamiento, pues es posible que la aflicción continúe y se intensifique, si es que no ha habido un buen proceso de reconciliación y despedida.

La pena es una herida que necesita atención para curar. Trabajar y completar la pena significa enfrentar abierta y sinceramente nuestros sentimientos, expresarlos y darles salida totalmente;  tolerarlos y aceptarlos durante todo el tiempo que haga falta para que cure la herida. Tenemos miedo que, al reconocerla, la aflicción nos derrumbe. La verdad es que la aflicción experimentada se disuelve y la no expresada dura indefinidamente.

Ocurre con frecuencia que, tras la muerte de un ser querido, la persona queda con una intensa sensación de culpa y repasa obsesivamente los errores cometidos en su relación, o se tortura con pensamientos sobre lo que se hubiera podido hacer para evitar la muerte. Ayúdele a hablar de esos sentimientos de culpa, por irracionales y absurdos que parezcan. Poco a poco la culpa irá disminuyendo y el sobreviviente llegará a perdonarse.

Uno de los métodos mas potentes que se ha encontrado para aliviar y disolver la pena es ir a la naturaleza especialmente algún salto de agua o un río y dejar hablar a nuestro corazón. Una guía para esa conversación interior es la que encontrarán más adelante en este escrito.

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