miércoles, 15 de mayo de 2013

Las posibilidades




            Una apertura mental tan libre de expectativas como sea posible, combinada con la inestimable diversidad de la realidad, parece componer la potente fórmula que nos mantiene abiertos a las posibilidades nuevas. Por contraste, la vida de quien se resiste a las posibilidades, de quien niega la posibilidad de algo más, parece directamente empobrecida, anémica.
            La apertura a las posibilidades es la esencia de la etapa 3 del viaje por el más allá; quizá sea su mismo combustible. Esta apertura brota de ese momento del juicio de la Etapa II en que, por uno u otro método, la verdad de la vida que llevó una persona determina el destino de su espíritu. Por virtud del dictamen pronunciado, el espíritu avanza por los mil paisajes  del más allá rumbo a un destino. Al revelarse las metas posibles del viaje, es donde las culturas del mundo ofrecen la mayor variedad de posibilidades. Desde un estrellato vacío en el cielo hasta un paraíso enjoyado, rebosante de leche y miel ; desde un solitario camino por un bosque fantasmagórico hasta un infierno barroco de torturas perpetuas, los reinos del más allá al que viajan los espíritus son casi infinitos en su topografía, habitantes y cualidades. Es allí, en ese espectro de posibilidades, donde se expresa todo el potencial de la imaginación vital .

La amplia variedad de respuestas a la cuestión de qué nos pasará después de morir, es lo que puede dejarnos en libertad de analizar las posibilidades, para creer luego lo que prefiramos. 
Por Ejemplo:

Lo que creen los aborígenes australianos, indios guijarros, esquimales inuit:
Dicen que los espíritus de los muertos alzan vuelo para entrar en la Via Lactea. Muchos mitos australianos cuentan que el birribir de una persona (una parte profundamente espiritual del alma) trepa por una cuerda hecha con pelaje de zarigueya para transformarse en una estrella de la Via Lactea y confundirse con el poder de los Héroes del Cielo. Los inuit ven en la Via Lactea tan sólo el camino que deben seguir los muertos; si uno sale a una noche clara en el campo, lejos de los fulgores urbanos que opacan las estrellas, verá la presencia reconfortante de esa ruta allá arriba, muy lejos, pero refulgiendo con la eterna presencia de millones de almas. Allá están, visibles y presentes para los vivos, todas las noches. Para quien recuerde estas creencias, el cielo nunca volverá a ser el mismo.

Luz
La luz, forma visible de la energía pura, es importante en casi todos los sistemas espirituales de creencias. En el análisis yungueano de los sueños puede simbolizar el espíritu. En la tradición cristiana representa muchas cosas: gracia, caridad, fe. Este símbolo espiritualmente rico y reconfortante, aparece en los sistemas del más allá de muchas culturas. De hecho, en todo el mundo se pinta el más allá como inundado por una luz bella y a menudo nada común.....

Ángeles, Guias, Guardianes y Compañeros.

En la mayoría de las concepciones del más allá está poblado de guías, guardianes o ambos tipos de seres reconfortantes o desafiantes, que pueden cruzarse en el camino del viajero en ciertos puntos del trayecto. Se repiten varios personajes en especial, como los boteros, que llevan a los espíritus al otro lado del río en el paisaje del más allá.

Entre los yorubas, los amigos y parientes muertos sirven de guía al espíritu. Lo reciben en un rito que recuerda los relatos de quienes, al experimentar la muerte clínica, vieron  a seres amados esperándolos al final del túnel para alentarlos a continuar.

He visto a personas asoladas por el dolor, que se preguntaban ¿ dónde estará ella ahora? Llenarse de fascinación y esperanza ante la descripción del viaje budista en la etapa bardo o de las vacas del bello paraíso hindú....Sin embargo, el concepto más reconfortante es que los muertos están en algún lugar. Esta idea contrarresta la temible imagen de un diminuto espíritu solitario, que gira en el espacio hacia la nada. La mera idea del viaje hacia un destino en el más allá trae consigo una sensación  de realidad interrumpida: de avanzar con intención, energía y hasta gozo por un mosaico de posibilidades. (Sukie Miller, 1997)

El Retorno

Muchas creencias hablan del retorno. En muchas culturas tribales no hay retorno a la tierra: la gente cruza y desaparece para siempre de la vida terrenal. En algunos grupos sólo los buenos tienen oportunidad de regresar, siempre que hayan tenido una muerte buena, es decir una muerte natural a su debido tiempo, con ritos fúnebres cuidadosamente ejecutados por sus deudos. En otros grupos el retorno se basa en haber sido malo, no haber aportado todo los que se podía y haber dejado asuntos inconclusos.

En las tradiciones religiosas hindues y budistas, el concepto del karma añade complejidad, dramatismo y suspenso al proceso del renacimiento. Si el alma ha de regresar, dónde y en qué cuerpo y circunstancias, todo depende de la pasada conducta de la persona. En estas tradiciones, la rueda de la vida gira y gira y sólo cuando se hayan atendido todas las consecuencias de vidas anteriores nos deja en libertad. Lo que nos permite liberarnos de la rueda de la vida para formar parte de una realidad mayor y más profunda es, según la tradición hindú, la eliminación de todos los deseos; según la budista, el liberarnos de toda ilusión.

El judaísmo, el cristianismo, el islam y otras religiones monoteístas nunca abrazaron formalmente el concepto de la reencarnación personal. Sin embargo el concepto del retorno es tan potente que si bien rechazan los renacimientos individuales, pregonan la idea de un renacimiento colectivo, una resurrección grupal de sus pueblos. Para los judíos, los muertos se levantarán cuando llegue el Mesías. En el cristianismo, la resurrección de Cristo señala una segunda vida para el hijo de Dios. En el Islam hay una segunda muerte, cuando se produce el juicio; luego se repite la muerte. Sin embargo, en el último día del tiempo, como sucede entre los judíos, todos los cuerpos volverán a levantarse. (Sukie Miller, 1997)

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