“Una
persona a punto de morir necesita sobre todo que le demuestren un amor tan
incondicional como sea posible. No creamos que hemos de ser expertos en nada.
Seamos naturales, seamos nosotros mismos , seamos un verdadero amigo, y la
persona que inicia el viaje tendrá la seguridad de que estamos
realmente con ella, comunicándonos con sencillez de igual a igual, de un ser
humano a otro.
Esto
no siempre es fácil, es posible que tengamos una larga historia con
esa persona, es posible que nos sintamos culpables por lo que le hicimos en el
pasado o enojados y resentidos por lo que nos hizo ella... sugiero dos maneras
de liberar el amor que tenemos
1.-
Miremos a la persona que está a punto de morir y pensemos
que es igual que nosotros, el mismo deseo fundamental de ser feliz, la misma
soledad, el mismo miedo a lo desconocido, los mismos sentimientos de impotencia
reconocidos solo a medias
2.-
Imaginémonos que
somos nosotros quienes estamos en esa cama afrontando la muerte y entonces
preguntémonos ¿qué
es lo que más necesitaríamos? ¿qué
nos gustaría más? ¿Qué
desearíamos realmente de un amigo que ha venido a
vernos?...respondámonos estas preguntas pensando
en el otro y tratémoslo como nos gustaría
ser tratados.
Es
posible que las personas que están muy enfermas anhelen que las
toquen, que las traten como personas vivas y no como enfermedades. Podemos dar
mucho consuelo a los enfermos sencillamente tocándoles las manos, mirándoles
a los ojos, dándoles un suave masaje, acuñándolos
entre los brazos o respirando suavemente al mismo ritmo que ellos. El cuerpo
tiene su propio lenguaje de amor, utilicémoslo sin temor .”
(Sogyal Rimpoché, 1994)
Todo
moribundo desea lo que quiere todo el mundo, ser verdaderamente amado y
aceptado...y que le den esperanza pero que no se la impongan
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