“Hay
muchas, muchísimas maneras en que podemos ayudar a los muertos y
al mismo tiempo ayudarnos nosotros
mismos a sobrevivir a su ausencia.
Algunos
creen que dada la existencia de un cuerpo mental que continúa
más allá por un cierto período,
especialmente durante tres a cuatro semanas el muerto aun mantendría
un lazo con esta vida, lo cual lo hace accesible a nuestra ayuda. Durante este
período, nuestras acciones y deseos podrían
influir en su trascendencia
Algunos
creen que nunca es demasiado tarde para ayudar a alguien que ha muerto, por
mucho tiempo que haya pasado desde entonces. Aunque la persona a la que se
desea ayudar lleve 100 años muerta, nuestra práctica
no dejará de beneficiarla.
No
imaginemos que si con mucha verdad interna queremos ayudar a un amigo muerto,
nuestro acto será menos eficaz, que si es una
persona “consagrada que reza por él
o lo ayuda. La intensidad de nuestro amor y la profundidad de nuestra conexión
le darán un poder adicional. Si tenemos buena intención
podemos ayudarlo realizándole una experiencia de
asistencia hasta una hora después de muerto o rezando o
simplemente conectándose con él
desde lo mejor de uno. El mejor momento para hacer esto es antes de que nadie
toque o mueva el cuerpo. Si no es posible se puede hacer en el lugar donde falleció
la persona, o al menos hágase una viva representación
mental de ese lugar. Algunos creen que existe una poderosa conexión
entre la persona que ha muerto y el lugar de la muerte, sobretodo si ésta
sobrevino de una manera traumática.
Algunas creencias sugieren que quienes han sufrido una muerte
repentina y violenta tienen una necesidad particularmente urgente de ayuda. Es
muy fácil que las víctimas de asesinato, suicidio,
accidente o guerra se vean atrapadas por su sufrimiento, angustia y miedo e
incluso puedan quedar aprisionadas en la propia experiencia de muerte ,
incapaces de culminar el proceso post-mortem. A ellas se les puede ayudar...por
ejemplo trabajando las siguientes imágenes: “Imagínese
enormes rayos de luz que emanan de sus guías sobre la persona muerta,
purificándola, liberándola de toda confusión
y otorgándole una paz profunda y duradera. Otra opción
es realizar fuertes pedidos por su bienestar o contactos con su guía.
(Kubler-Ross- Sogyal Rimpoché, 1994)
Más
adelante también encontrará la ceremonia de bienestar útil
para estas ocasiones.
La
ayuda que podemos prestar a los muertos no se limita a las prácticas
de meditación y oraciones. También podemos hacer actos de ayuda
a otros en su nombre o inspirados en su imagen.
Una recomendación práctica para las 24 horas siguientes es tratar de tener presentes las mejores situaciones
que uno recuerde de la persona que partió, su fuerza, su alegría, su
sabiduría, sus ganas de vivir, las enseñanzas que dio, su cariño, situaciones de compañerismo, comunicación, situaciones donde esa persona nos cuidó, nos protegió, no solo a uno, sino también a hermanos, madre, abuelos, amigos, ... en fin, todo lo bueno que uno
recuerde de lo vivido junto a la persona
Y también cosas que pudieron habernos contado otras personas acerca de su niñez, adolescencia, toda su vida, ... como tratando de reconstruir esa
parte de su vida: la mejor.
Podremos apoyarnos en fotografías, músicas, lugares compartidos vívidamente con nuestro ser querido
y cuando hayamos hecho todo eso,
tratar de sentir un profundo sentimiento de reconciliación, de afecto, de agradecimiento ... y una vez
que hayamos encontrado ese sentir, saludarlo, despedirse de nuestro ser
querido y dejarlo ir, dejarlo seguir su camino. Tal vez sea
mejor hacer esto estando solo y tranquilo, sin teléfonos, celulares o cosas que a uno lo requieran mucho desde
"afuera".
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