Este
viaje que se inicia con la muerte es visto de distintas maneras por las
distintas creencias...es interesante ir conociéndolas, rescatando similitudes
y decidiendo qué va a creer cada uno....Para
eso aquí se describen algunas posibilidades...
La Espera.
“Muchos
creen que el primer lugar descrito es un lugar de espera, se reconoce que morir
es un profundo cruce a una realidad nueva, la enormidad de los cambios que se
producen requiere que haya un detenerse, un esperar.
En
ciertos sistemas de creencias, donde los
reinos de la muerte están estrechamente ligados con la
vida cotidiana, los que mueren no hacen sino deslizarse a un mundo virtualmente
idéntico al que acaban de abandonar. Aquí no es necesaria la espera. (Indios Kadiwey,
Matto Grooso, Egipcios).
En
los otros sistemas , las imágenes
del más allá difieren dramáticamente
de la vida conocida, así que requieren de ajustes
radicales que tiene que hacer el muerto. Los objetivos que plantean para el
viaje son varios y diferentes según las creencias y culturas:
a)Reencuentro con los seres queridos,
descrito en las experiencias de muerte clínica
b)Reunión con Dios, como en el
cristianismo
c)Ser recompensado con infinitos
placeres celestiales, como en el Islam
d)Alcanzar una forma de Nirvana
(bienaventurada integración con todo): si no en esta
vida en la muerte.
e)Regresar a la vida en una casta o
situación social más elevada y confortable,
sostenido por los hindúes que aún
no están cerca de escapar a la Rueda de la Vida
f)Aprender de los errores cometidos a
fin de retornar a un nivel de conciencia más elevado, como en la religión
Bahai y en diferentes formas de esoterismo.
En estos sistemas orientados hacia una
meta el muerto viaja rumbo a un destino. En esos paisajes del más
allá se encuentra siempre un reconfortante lugar de
espera donde es posible descansar, cesa el miedo y el viajante se prepara para
el viaje.” (Sukie Miller, 1997)
Un lugar de espera personalizado.
La filosofía teosófica cree que los
pensamientos mismos cobran realidad: que la imaginación crea. Cada hombre viaja por
un espacio encerrado en un estuche construido por él mismo. Es esa facultad de
los pensamientos de tornarse palpables y reales la que permite al muerto
reciente crear su propio lugar de espera, personalmente deseable.
Un sitio para la transformación
Descanso, consuelo y la oportunidad de
que el miedo ceda: tales son los tentadores beneficios de los lugares de espera
al otro lado de la muerte. Imaginar esos sitios tiene la facultad de calmar las
ansiedades.
En todos los sistemas que tienen
lugares de espera, la principal función a realizar allí
es la transformación. En ese sitio, la persona
que ha muerto se desprende de los atributos de la vida física
(incluido el cuerpo, por supuesto) y comienza a transformarse en espíritu.
La metamorfosis de la oruga en
mariposa, invoca una clásica imagen arquetípica
que simboliza su transformación. Si en vida somos orugas, el
lugar de espera en que ingresamos al morir y donde yacemos en estado de
suspensión es nuestra crisálida. Allí
tienen lugar los cambios graduales necesarios para nuestro ser, y emergemos en
el más allá como espíritus
efímeros que ya no están limitados por el tiempo ni
por el espacio. Para la persona que tiene miedo a morir y para quien teme por
un moribundo, imaginar la metamorfosis natural y conocida de la oruga brinda
una sensación de familiaridad con el proceso de transformación.
Se ha descrito el proceso de
transformación como un quitar las muchas vestiduras que usamos
sobre el espíritu. La sicología transpersonal tiene su
propia manera de caracterizar la necesaria transformación
de ser físico en espiritual: allí
el ego muere y lo que permanece se denomina yo. Aunque muchas prácticas
anticipan esta transformación durante la vida es en el
lugar de espera donde el muerto se
convierte en espíritu
Lo que la sicología
transpersonal denomina yo, en un contexto cristiano es equivalente al alma, una
entidad continua y eterna. Esta entidad recibe el nombre de atman entre los
hindúes, antepasado en las creencias africanas, ka en el
sistema egipcio, hun entre los Chenece, nefresh en el judaísmo.
En el lugar de espera surge el espíritu,
nos tornamos aerodinámicos para el viaje. Una clave
característica de los lugares de espera es que no están
muy lejos, sino más bien (para beneficio de
vivos y muertos) justo tras la frontera de los vivos....se dice que los
chamanes pueden ir hasta allí y regresar con descripciones
detalladas.
Muchos ritos y conductas que a menudo
se interpretan como etapas iniciales del duelo son en realidad modos en que los
vivos ayudan a guiar a los muertos a través de la transformación
que sobrellevan en el lugar de espera. (Sukie Miller, 1997)
Ritos de DueloEl rito tiene su propia función
para los vivos, pues pone orden y ritmo en la crisis de pérdida.
De ese modo el lugar de espera brinda descanso tanto a los vivos como a los
muertos: descanso, consuelo y la oportunidad de permitir que el miedo decaiga.
Los ritos de duelo que ponen orden en
los momentos de posible caos emocional resultan familiares en casi todas las
culturas. Un ejemplo en el judaísmo, que ordena un período
de siete días de luto estricto (el periodo de shiva) tras la
muerte de un familiar. Durante esa semana, el espíritu del muerto ronda a los
vivos, tal como el espíritu del hindu ronda al
mahapaatara. De acuerdo a la Cábala, la expresión
más esotérica de la tradición
y la ley judías, en esos primeros siete días
después de la muerte el espíritu va y viene a su tumba,
tratando empecinadamente de reingresar a su cuerpo anterior. Sólo
al séptimo día, al observar el daño
que los gusanos han hecho al cuerpo, comprende finalmente que en verdad está
muerto y prosigue el viaje.
Los ritos de duelo, en general
equivalen al tiempo de espera, este tiempo permite un espacio en el que los
muertos y los vivos están todavía
cerca y pueden comunicarse a través de la división,
si no directamente entre si, al menos de manera simbólica.
Ambos se concentran en la transición y en los enormes ajustes que
hay que hacer: el difunto debe renunciar al equipaje de la vida; la comunidad
debe renunciar a la persona que estaba en su seno. Esta es la última
oportunidad que el muerto y los vivos tienen de compartir el tiempo y el
espacio; en el doble propósito de estos ritos, la mayoría
de los sistemas presentan una armonía entre muertos y vivos y
facilitan la separación. (Sukie Miller, 1997)
No hay comentarios:
Publicar un comentario