miércoles, 15 de mayo de 2013

Posibles Etapas del viaje




Este viaje que se inicia con la muerte es visto de distintas maneras por las distintas creencias...es interesante ir conociéndolas, rescatando similitudes y decidiendo qué va a creer cada uno....Para eso aquí se describen algunas posibilidades...
La Espera.
Muchos creen que el primer lugar descrito es un lugar de espera, se reconoce que morir es un profundo cruce a una realidad nueva, la enormidad de los cambios que se producen requiere que haya un detenerse, un esperar.  
En ciertos  sistemas de creencias, donde los reinos de la muerte están estrechamente ligados con la vida cotidiana, los que mueren no hacen sino deslizarse a un mundo virtualmente idéntico al que acaban de abandonar. Aquí  no es necesaria la espera. (Indios Kadiwey, Matto Grooso, Egipcios).
En los otros sistemas  , las imágenes del más allá difieren dramáticamente de la vida conocida, así que requieren de ajustes radicales que tiene que hacer el muerto. Los objetivos que plantean para el viaje son varios y diferentes según las creencias y culturas:
a)Reencuentro con los seres queridos, descrito en las experiencias de muerte clínica
b)Reunión con Dios, como en el cristianismo
c)Ser recompensado con infinitos placeres celestiales, como en el Islam
d)Alcanzar una forma de Nirvana (bienaventurada integración con todo): si no en esta vida en la muerte.
e)Regresar a la vida en una casta o situación social más elevada y confortable, sostenido por los hindúes que aún no están cerca de escapar a la Rueda de la Vida
f)Aprender de los errores cometidos a fin de retornar a un nivel de conciencia más elevado, como en la religión Bahai y en diferentes formas de esoterismo.
En estos sistemas orientados hacia una meta el muerto viaja rumbo a un destino. En esos paisajes del más allá se encuentra siempre un reconfortante lugar de espera donde es posible descansar, cesa el miedo y el viajante se prepara para el viaje. (Sukie Miller, 1997)

Un lugar de espera personalizado.
La filosofía teosófica cree que los pensamientos mismos cobran realidad: que la imaginación crea. Cada hombre viaja por un espacio encerrado en un estuche construido por él mismo. Es esa facultad de los pensamientos de tornarse palpables y reales la que permite al muerto reciente crear su propio lugar de espera, personalmente deseable.

Un sitio para la transformación
Descanso, consuelo y la oportunidad de que el miedo ceda: tales son los tentadores beneficios de los lugares de espera al otro lado de la muerte. Imaginar esos sitios tiene la facultad de calmar las ansiedades.
En todos los sistemas que tienen lugares de espera, la principal función a realizar allí es la transformación. En ese sitio, la persona que ha muerto se desprende de los atributos de la vida física (incluido el cuerpo, por supuesto) y comienza a transformarse en espíritu.

La metamorfosis de la oruga en mariposa, invoca una clásica imagen arquetípica que simboliza su transformación. Si en vida somos orugas, el lugar de espera en que ingresamos al morir y donde yacemos en estado de suspensión es nuestra crisálida. Allí tienen lugar los cambios graduales necesarios para nuestro ser, y emergemos en el más allá como espíritus efímeros que ya no están limitados por el tiempo ni por el espacio. Para la persona que tiene miedo a morir y para quien teme por un moribundo, imaginar la metamorfosis natural y conocida de la oruga brinda una sensación de familiaridad con el proceso de transformación.

Se ha descrito el proceso de transformación como un quitar las muchas vestiduras que usamos sobre el espíritu. La sicología transpersonal tiene su propia manera de caracterizar la necesaria transformación de ser físico en espiritual: allí el ego muere y lo que permanece se denomina yo. Aunque muchas prácticas anticipan esta transformación durante la vida es en el lugar de espera  donde el muerto se convierte en espíritu

Lo que la sicología transpersonal denomina yo, en un contexto cristiano es equivalente al alma, una entidad continua y eterna. Esta entidad recibe el nombre de atman entre los hindúes, antepasado en las creencias africanas, ka en el sistema egipcio, hun entre los Chenece, nefresh en el judaísmo.

En el lugar de espera surge el espíritu, nos tornamos aerodinámicos para el viaje. Una clave característica de los lugares de espera es que no están muy lejos, sino más bien (para beneficio de vivos y muertos) justo tras la frontera de los vivos....se dice que los chamanes pueden ir hasta allí y regresar con descripciones detalladas.

Muchos ritos y conductas que a menudo se interpretan como etapas iniciales del duelo son en realidad modos en que los vivos ayudan a guiar a los muertos a través de la transformación que sobrellevan en el lugar de espera. (Sukie Miller, 1997)


Ritos de DueloEl rito tiene su propia función para los vivos, pues pone orden y ritmo en la crisis de pérdida. De ese modo el lugar de espera brinda descanso tanto a los vivos como a los muertos: descanso, consuelo y la oportunidad de permitir que el miedo decaiga.
Los ritos de duelo que ponen orden en los momentos de posible caos emocional resultan familiares en casi todas las culturas. Un ejemplo en el judaísmo, que ordena un período de siete días de luto estricto (el periodo de shiva) tras la muerte de un familiar. Durante esa semana, el espíritu del muerto ronda a los vivos, tal como el espíritu del hindu ronda al mahapaatara. De acuerdo a la Cábala, la expresión más esotérica de la tradición y la ley judías, en esos primeros siete días después de la muerte el espíritu va y viene a su tumba, tratando empecinadamente de reingresar a su cuerpo anterior. Sólo al séptimo día, al observar el daño que los gusanos han hecho al cuerpo, comprende finalmente que en verdad está muerto y prosigue el viaje.

Los ritos de duelo, en general equivalen al tiempo de espera, este tiempo permite un espacio en el que los muertos y los vivos están todavía cerca y pueden comunicarse a través de la división, si no directamente entre si, al menos de manera simbólica. Ambos se concentran en la transición y en los enormes ajustes que hay que hacer: el difunto debe renunciar al equipaje de la vida; la comunidad debe renunciar a la persona que estaba en su seno. Esta es la última oportunidad que el muerto y los vivos tienen de compartir el tiempo y el espacio; en el doble propósito de estos ritos, la mayoría de los sistemas presentan una armonía entre muertos y vivos y facilitan la separación. (Sukie Miller, 1997)

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