I. Espacio de
representación y niveles de conciencia.
A medida que
desciende el nivel de conciencia se
estrechan los umbrales de percepción de los sentidos externos y se amplían los umbrales de los sentidos internos.
Las representaciones, por consiguiente
se internalizan en el espacio de representación. Aumentan, además, las
traducciones y deformaciones de impulsos perceptuales y, como los mecanismos de
reversibilidad se bloquean, crece la sugestibilidad de las imágenes.
En las imágenes del
sueño profundo, el sujeto suele "verse" así mismo participando de la
escena representada, a diferencia de la representación vigílica en la que el
sujeto representa al mundo "afuera de sí" y lo observa "desde sí".
La participación de
la imagen de sí mismo en las escenas oníricas, es similar a la de los recuerdos
propios de memoria antigua... una
persona suele "verse" a sí misma participando de la escena cuando se
recuerda en tiempos de la infancia o, por lo menos, bastante alejados del
momento actual. Si, en cambio, ese individuo recuerda la escena que percibió
hace pocos minutos, la representará como "viéndola" desde adentro de
sí, estando la escena afuera.
Cuando el sujeto se
ve a sí mismo participando de la escena
(en el sueño profundo), emplaza su observación en un punto más interno que el
de las imágenes. El punto de observación se internaliza a medida que desciende
el nivel.
Ejemplifiquemos ese curioso
funcionamiento.
Adelante mío, hay un pequeño objeto
que deseo coger. Cierro los párpados y lo represento en la periferia de mi
espacio de representación (coincidiendo aparentemente con el espacio externo),
"viéndolo" desde un punto que aproximadamente corresponde al
emplazamiento de mis globos oculares. En esa situación si quisiera cogerlo, podría alargar mi brazo, abrir los
dedos, y más o menos, calcular la distancia para llegar a él.
Sí, en cambio,
represento al objeto "adentro de mi cabeza", lo veo desde un punto aun más interno, que experimento como "más atrás de mis
ojos". Si, en este segundo caso, quisiera coger el objeto, tendría serios
inconvenientes, ya que lo he emplazado en un espacio interno inútil para las
operaciones corporales externas.
Precisamente, al caer
el nivel de conciencia, y estrecharse los umbrales perceptuales externos, la
actividad corporal externa cesa. Las imágenes se hacen más internas y el punto
de observación se profundiza, pudiendo el sujeto representarse aún a sí mismo,
sin comprometer con esas imágenes internas a la actividad del cuerpo en el
espacio externo.
Sí las imágenes (en
el sueño) se externalizaran en el espacio de representación, llevarían cargas
que trazarían actividades hacia el centro motriz y, consecuentemente, las
imágenes kinestésicas dirigirían la actividad motriz hacia las direcciones
trazadas. El sujeto, entonces, tendría el cuerpo en continua actividad y aún
podría levantarse y ponerse a caminar en la dirección que propusieran las
imágenes "externas". Ello no es así, gracias a la internalidad de las
representaciones en ese nivel. Solamente queda un remanente trazador, en los
movimientos de los globos oculares
cuando se desarrollan las escenas oníricas.
Desde luego que en
los casos de sueño alterado, como el de
las llamadas "pesadillas", o en el de sonambulismo, ocurre algo de
todo aquello (expresiones corporales hacia el espacio externo), como una
anormalidad en el emplazamiento de las imágenes. El sujeto puede agitarse,
hablar, reír, etcétera., porque su conexión
con el mundo externo no está suficientemente anulada (sea por fuerte presión de
contenidos o estímulos internos que provocan un "rebote" de nivel de
conciencia, o por una alerta excesiva hacia el mundo externo).
El hecho es que las
imágenes se internalizan en el espacio de representación a medida que desciende
el nivel y a la inversa.
Tanto los recuerdos correspondientes a la percepción de sentidos
externos como las imágenes
correspondientes a estos, pero que son traducción de impulsos captados por
sentidos internos, se representan (en el nivel de sueño) emplazadas en la
profundidad del espacio de representación. Con ello, la carga de dichas
imágenes se transfiere al intracuerpo.
Supongamos ahora que
un sujeto percibió en un momento de su vida
una escena desagradable. En aquella situación tal escena generó una
serie de climas y tensiones a nivel muscular externo y profundo. La situación
sucedió hace tiempo y, sin embargo, cada vez que el sujeto evoca la escena, se
actualizan las tensiones y los climas
correspondientes.
Ahora el sujeto
duerme y algunas cadenas asociativas presentan las imágenes desagradables u
otras que movilizan a las tensiones y a los climas mencionados. Las tensiones
internas son captadas por cenestesia y traducidas a imágenes visuales en una
escena posiblemente extraña, pero el argumento de dicha escena hace que las
imágenes se desarrollen trasladando cargas en distintas direcciones (o cargas
de unas imágenes a otras), hasta que finalmente cesa la tensión profunda por
transferencia de cargas.
En el ejemplo presentado,
podría suceder que ciertas imágenes o ciertos climas se repitieran. Ello
estaría delatando fijaciones, es decir, contenidos más o menos obsesivos que
son tales porque no han podido transferir sus
cargas, disociando el normal proceso de conciencia.
Podría ocurrir,
también, que el sujeto hubiera bloqueado los
contenidos desagradables y ni siquiera recordara a nivel vigílico los
hechos sucedidos. No obstante, las tensiones profundas permanentes seguirían
enviando impulsos que se traducirían en
los sueños con más facilidad, ya que los
umbrales cenestésicos estarían más ampliados
que en vigilia. El sujeto, en vigilia, solo tendría noción de un clima
difuso y generalizado, sin relación con escena alguna y que operaría como
trasfondo de sus actividades. En sueños, el clima se relacionaría con imágenes
traducidas por cenestesia. Esas imágenes serían el "intento"
transferencial de la conciencia para liberarse de las tensiones profundas
permanentes, disparando cargas hacia el intracuerpo.
Empieza a comprenderse
que la técnica transferencial trabaja dirigiendo imágenes y climas a fin de
trasladar cargas que por algún motivo no pueden liberarse en el proceso normal
de la conciencia.
Si la técnica
transferencial logra su objetivo, provocará desbloqueos, relajaciones e
integraciones equilibradas de contenidos, permitiendo que continúe el
desarrollo interno del sujeto.
La técnica
transferencial no podrá actuar en el nivel vigílico según se desprende de lo
explicado (salvo en el caso de alegorizaciones propias del sondeo
transferencial). Tampoco podrá hacerlo en el nivel de sueño, ya que en él la
conciencia queda desconectada de las incitaciones externas, impidiendo al guía
toda operación.
Es obvio que la
transferencia guiada será aplicable en
el nivel de semisueño y tanto más eficaz habrá de ser, cuanto menos actúe la
racionalización, mejor se traduzcan los impulsos internos y más poderosas sean
las representaciones del sujeto.
Tampoco habrá una
transferencia cabal, usando métodos hipnóticos, por que en tales procedimientos
se trabaja con imágenes inducidas por el guía y no con imágenes que son
traducción de los impulsos del propio sujeto.
Por último, un
trabajo con asociaciones libres o con
sus simples interpretaciones tendrá, a
lo sumo, efectos catárticos pero no
rendirá los mejores frutos al no dirigir
las imágenes que son, en definitiva, las portadoras de cargas.
II. Profundidades y
niveles del espacio de representación.
En relajación se trabajó con el
apoyo de una imagen esférica, que expandiéndose desde el centro del pecho
llegaba hasta los límites del cuerpo. Al producirse tal expansión de la imagen,
se registró una distensión profunda que conocimos como "experiencia de
paz". Algunas personas tuvieron dificultades en la expansión o contracción
de la imagen. Esos inconvenientes correspondieron a resistencias dadas por
tensiones emplazadas en distintas profundidades del intracuerpo que, traducidas
cenestésicamente, impedían el control de la imagen propuesta.
Toda imagen
"interna" que se expande o se
contrae, lo hace en el espacio de representación y, por tanto, afecta con su
carga distintas profundidades del intracuerpo. Allí donde la imagen sufre
deformaciones, o elude su trayectoria o interrumpe su proceso, muestra su campo
de tensión. Y allí donde la imagen vence resistencias logra relajación.
Ahora bien. A medida
que desciende toda imagen "interna" en el espacio de representación,
este se va oscureciendo. A medida que la imagen sube de nivel en el espacio de
representación, este se va aclarando coincidiendo con el emplazamiento de las
localizaciones ópticas. En los ascensos y descensos de imagen, surgen también
deformaciones, eluciones de trayectoria o interrupción de proceso, mostrándose
campos de tensión en determinados niveles del intracuerpo. Donde la imagen
venza resistencias, logrará relajaciones.
III. Revisión de
aparatos e impulsos.
Damos a continuación, un esquema más
completo de los aparatos e impulsos de manera que pueda resumirse mucho de lo
explicado hasta aquí.
Por razones de
simplificación, no hemos distinguido las vías asociativas y las abstractivas,
el mecanismo atencional y la "pantalla" de las operaciones de
conciencia (espacio de representación). Insinuamos las respuestas externas de
los centros con una simple flecha, sin destacar respuestas codificadas
completas, como son los roles de conducta.
Ejercicios de
revisión.
El guía pide al
sujeto que efectúe los relax externo, interno y mental. Luego sugiere que
realice la experiencia de paz. Finalmente, solicita que describa las
dificultades que encontró en cada caso. Si el sujeto no domina alguna de las
operaciones, deberá ejercitarse hasta tener los resultados correspondientes.
La falta de dominio
de las técnicas de relax, puede ser
impedimento serio para el trabajo transferencial que iniciaremos más adelante.
L. A. AMMANN
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