Las tres técnicas
principales de transferencia son: niveles, transformismos y expansiones.
I. Técnica de
niveles.
Trabaja con distintos niveles del
espacio de representación, en sentido vertical. Estos niveles espaciales no
deben confundirse con los niveles de conciencia. En efecto, en sueño por
ejemplo, el durmiente puede "ascender" o "descender" en su
espacio interno, sin por ello despertar.
Cuando se trabaja
esta técnica, el guía comienza por sugerir al sujeto que se represente a sí
mismo en un plano que podríamos llamar "medio". Ese plano, es más o
menos correspondiente al de percepción habitual.
Una vez que el sujeto
se visualiza a sí mismo, el guía le sugiere descender. Allí surge la primera
dificultad, pues el sujeto tendrá que descubrir cómo hacerlo. Conociendo los
indicadores de resistencia y sus soluciones, el guía intervendrá cada vez que
aparezcan dificultades.
Si la regla general
de toda transferencia indica que debe vencerse toda resistencia para que las
cargas se desplacen, subsiste el cómo hacerlo. En general, debe operarse de
manera que el sujeto se enfrente con toda dificultad que aparezca, siempre que
cuente con posibilidades de vencerla. Es decir, que si una resistencia fuera
más fuerte que el sujeto, éste terminaría en una frustración que aumentaría la
resistencia posteriormente.
En transferencia se
habla de "persuasión" de las resistencias, queriendo indicar con ello que se las debe acometer frontalmente si
ellas no superan al sujeto, pero en caso contrario el guía debe intervenir
apoyando la escena con algunos recursos alegóricos o, en ocasiones, invitando
al sujeto a buscar una vía más fácil para llegar nuevamente a la resistencia,
pero desde una perspectiva más favorable.
Siguiendo la idea de
la persuasión de la resistencia, es siempre preferible antes que una lucha
violenta que el guía sugiera la reconciliación con un defensor que impide
agresivamente una entrada. Otro recurso similar en esos casos, es el del pago o
trueque alegórico para persuadir al que dificulta el acceso.
En los descensos
aparecen, frecuentemente, seres extraños que el guía puede convertir en
aliados para que el sujeto continúe sus
desplazamientos.
Casi siempre, a
medida que se desciende, el espacio de representación se va oscureciendo,
siguiéndose con ello un sistema de asociación propio de la vigilia y de la
experiencia cotidiana, en el sentido de que en las profundidades está lo oscuro sea terrestre o marítimo. Vale lo opuesto en
la dirección ascendente, ya que en las alturas están
el sol, el cielo puro (más allá de las nubes de tormenta, por ejemplo),
etcétera. Pero existe otro fenómeno que coincide con la percepción del mundo
externo, sin por ello ser dependiente de aquélla. En general, sucede que a
medida que el sujeto desciende en su espacio, se aleja de sus centros ópticos,
oscureciéndose la escena y apareciendo en "pantalla",
representaciones traducidas o deformadas del intracuerpo (cavernas con
animales, como representación de la propia boca, lengua y dientes; tubos de
caída, como alegorización del esófago; globos o seres alados que se mueven
rítmicamente como representación de los pulmones; barreras que remedan el
diafragma; seres tentaculares, laberintos y pasadizos en relación con distintas
partes del aparato digestivo; cavernas cálidas o asfixiantes, a veces
iluminadas por fuegos mortecinos como deformación y traducción de registros
cenestésicos sexuales; texturas acuáticas, barrosas o viscosas, como
representación de humores o sustancias que operan en el intracuerpo,
etcétera.).
A medida que el
sujeto asciende el espacio se va aclarando mientras la respiración se va
haciendo alta, produciéndose traducciones pulmonares con nuevos seres alados,
esta vez luminosos como ángeles, aves, etcétera.
Existe cierta
profundidad límite, más allá de la cual no es posible descender... allí todo
queda oscurecido. En las alturas, por encima del cielo iluminado, del sol y las
estrellas, ocurre el mismo fenómeno: todo queda oscurecido. El oscurecimiento
final, tanto en los ascensos como en los descensos, coincide con los límites
del propio cuerpo. Por cierto que tales límites son difíciles de tocar, por
cuanto se producen frecuentes rebotes, pero que sirven a la continuación de las
escenas.
En la técnica de
niveles no debe confundirse la luz que depende de un determinado foco (luces
subterráneas, fuegos volcánicos, ciudades iluminadas bajo las aguas, etcétera.
Inversamente: el sol, la luna, las estrellas, las ciudades de la luz, los
objetos cristalinos o radiantes, etcétera.), con la iluminación general del
espacio, que es la que delata el nivel de la representación.
Sintetizando la
técnica de niveles decimos que se
comienza en el plano medio, se desciende hasta límites aceptables de
visualización y movilidad de imágenes, desandando luego el camino por el que se
descendió hasta llegar al plano medio. Desde allí, se asciende hasta límites
también aceptables y se desciende
haciendo el mismo recorrido hasta
llegar al plano medio.
Siempre se comienza y
concluye en el plano medio, sacando al sujeto al final, de sus escenas más o
menos irracionales hasta un sistema de representación cotidiano. En él, las
asociaciones libres comienzan a ceder frente a la racionalización que sugiere
el guía. Se pretende que la sensación de la "salida" del proceso
transferencial, sea gradual y reconfortante.
En ningún caso, se
debe sugerir la salida de un modo abrupto o de un plano que no sea el medio.
II. Técnica de transformismos.
Trabaja manteniéndose en el plano
medio de representación. Como de costumbre el sujeto se representa a sí mismo.
El guía lo invita a que se desplace hacia "adelante" como si se viera
caminando en cualquier escena que ha propuesto el sujeto para comenzar el
trabajo.
Cuando la escena
cobra la soltura típica de los procesos de asociación libre, el guía va
proponiendo cambios en las vestimentas del sujeto, luego cambios en las
distintas imágenes que van apareciendo, hasta detectar resistencias. Cada
resistencia que se detecta debe ser superada adecuadamente.
A veces sucede que
los transformismos no ofrecen mayores resistencias, pero sí el pasar de un
ámbito a otro, el salir o entrar a un recinto, etcétera. Todo ello deberá
vencerse con las ayudas alegóricas del caso, o transformando unas imágenes en
otras.
El trabajo continúa,
efectuándose el regreso al punto
inicial. Desde allí se procede a sacar al sujeto, mediante racionalizaciones de
la escena y siempre de un modo amable y gradual.
III. Técnica de
expansiones.
Trabaja tanto en el nivel vertical
(técnica de niveles), como en el horizontal (técnica de transformismos). Opera
siempre que en los temas o argumentos se producen encierros, obstrucciones o
incompatibilidades por cuestiones de tamaño. Existen desproporciones de tamaño
entre la imagen del propio sujeto y un objeto a través del cual se quiere pasar
(pasadizos que se cierran, ojos de cerradura, escalones demasiados separados o
altos para el paso, etcétera.). También puede darse el caso de desproporciones
con respecto a objetos que se desea hacer pasar al interior del sujeto (una
fruta que se desea comer aparece demasiado grande o demasiado pequeña). Se
producen también dificultades en la relación entre seres por el mismo motivo (gigantes
y enanos), o desproporciones en la misma figura (cabeza descomunal y miembros
muy finos), etcétera.
Cuando se presentan
dificultades del tipo de las citadas, el guía sugiere expansiones o
contracciones de las imágenes afectadas, hasta que se proporciona la escena. A
veces, es necesario apoyarse en recursos alegóricos, para facilitar la
integración de imágenes en un argumento dado.
¿Cuándo aplicar cada una de las
técnicas?
En general, se
trabaja dando al sujeto dirección según la técnica de niveles, pero a medida
que ésta se desarrolle, aparecerán resistencias que estarán referidas a los
desplazamientos horizontales o a los tamaños de las imágenes. Por lo tanto, las
técnicas de transformismos y expansiones se utilizarán en el momento en que se
detecten las resistencias correspondientes dentro de la técnica general de
niveles. Sólo en el caso en que, por anteriores sesiones, esté claro que el
problema fundamental del sujeto se refiere a resistencias en los transformismos
o en las expansiones, se procederá directamente con esas técnicas prescindiendo
de los desplazamientos por niveles verticales.
Ejercicios de sondeo
y desplazamiento transferencial.
El guía pide al
sujeto que cuente un chiste. Luego le solicita que se presente a sí mismo como
el personaje principal del chiste (o como uno de los personajes, según el
caso), procediendo a ejercitar la técnica de niveles. Cada vez que se encuentre
una resistencia, el guía llevará al sujeto a vencerla y, según los casos, usará
técnicas de transformismo y expansión.
Será necesario que el
sujeto relate todo lo que va sucediendo en las escenas, explayándose sobre los
climas que las acompañan.
Terminando el sondeo
y vencimiento de resistencias, sujeto y guía discutirán el significado de las
resistencias encontradas y las dificultades de vencimiento, tratando de
relacionarlas con conductas cotidianas o con hechos biográficos. Podrá
intentarse, además, una simple reducción simbólica de los encuadres generales y
una corta síntesis de temas y argumentos.
Posteriormente, guía
y sujeto cambiarán de roles.
El sondeo
transferencial es una práctica que no requiere de mayores preparaciones ni
requisitos previos. Puede ejercitarse aún a nivel vigílico, siempre que el
sujeto pueda colocarse en un estado de no racionalización y en el cual fluyan
las asociaciones libremente.
Podemos resumir
diciendo que con sólo dos procedimientos: el de sondeo catártico de
realimentación y el de sondeo transferencial, un guía experimentado puede
llevar a un sujeto a descargas o a traslados de cierta profundidad, según sea
el caso. Y todo ello podrá realizarse aún con sujetos que no tienen preparación
alguna en estos temas. Desde luego que para acometer procesos catárticos y
transferenciales más profundos, el sujeto necesitará un bagaje de información
semejante al del guía.
L. A. AMMANN
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