martes, 14 de mayo de 2013

Practiquemos la compasión como actitud básica en la vida y la muerte




Cuando estamos cerca de una persona en tránsito de muerte, nos volvemos dolorosamente concientes de la mortalidad, no sólo del enfermo sino que también la nuestra. Caemos en cuenta de la fragilidad y la preciosidad de cada instante y de cada ser y de ahí puede crecer una profunda compasión hacia todos los seres humanos.

¿ Qué es la compasión? No es solamente una sensación de lástima o interés por la persona que sufre, ni es solamente un afecto sincero hacia la persona que tenemos delante, ni solo un claro reconocimiento de sus necesidades y su dolor; es también la determinación sostenida y práctica de hacer todo lo que sea posible y necesario para contribuir a aliviar su sufrimiento. La compasión no es autentica compasión si no es activa.

La compasión es mucho mas noble y grandiosa que la lástima. La lástima tiene raíces en el miedo y en una sensación de arrogancia y condescendencia, a veces incluso en una complacida sensación de me alegro de no ser yo. Cuando nuestro miedo toca el dolor de otro se convierte en lástima; cuando nuestro amor toca el dolor de otro, se convierte en compasión. Entrenarse en la compasión, pues, es saber que todos los seres   humanos somos iguales y que sufrimos de manera semejante y saber que no es uno  distinto de nadie ni superior a nadie. (Sogyal Rimpoché,1994)

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