lunes, 13 de mayo de 2013

La necesidad de reconciliación, perdonar y ser perdonado



Siempre que estemos con una persona que está a punto de morir, a decir verdad esto vale para cualquier persona, insistamos en lo que ella ha logrado y hecho bien. Ayudémosla  a sentirse lo mas constructiva y satisfecha posible respecto a su vida. Concentrémonos  en sus virtudes y no en sus defectos.

A veces las personas se aferran a la vida y temen soltarse y morir porque no han llegado a la aceptación de lo que han sido y han hecho. Cuando una persona muere albergando sentimientos de culpa o de enemistad hacia otros, quienes le sobreviven sufren aún mas profundamente su aflicción.

¿Será este momento demasiado tarde para curar el dolor del pasado?. El momento de la muerte tiene tal grandeza, solemnidad e irrevocabilidad que puede inducir a las personas a replantearse sus actitudes y a mostrarse mas receptivas y dispuestas a perdonar aunque antes les resultara intolerable la idea. Aún en el mismo límite de la vida es posible remediar los errores del pasado.

Para ayudar a la reconciliación, hemos de recordar las cosas buenas que se ha hecho, perdonar a todas las personas de la vida y pedir perdón a cuantos podamos haber hecho daño. Animemos a las personas a hacer las paces con los familiares y amigos de quienes están distanciados, y a limpiar su corazón, de modo que no le quede ni rastro de odio ni el agravio mas leve. (Sogyal Rimpoché, 1994)

Todas las religiones, las corrientes espirituales y sicológicas ponen en relieve el poder del perdón, y este poder nunca es más necesario ni se siente más profundamente que cuando alguien está muriendo. Al perdonar y ser perdonados, nos preparamos de la manera más completa para la muerte del cuerpo y para la posible trascendencia del alma.

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