Con las explicaciones dadas en las
lecciones anteriores, se está en condiciones de encarar estudios de cierta
profundidad respecto de los símbolos y alegorías en el campo de la producción
individual (en sueño, semisueño y vigilia) y también en el terreno de la
producción colectiva (en cuentos, leyendas, mitos, arte, religión, etcétera).
Conductas
individuales o grupales pueden, también, ser estudiadas desde el punto de vista
simbólico y sígnico.
Pero ahora vamos a
utilizar esos conocimientos como simples auxiliares de las técnicas
transferenciales.
Recordemos que en
este curso de operativa estamos trabajando con técnicas catárticas, con el
objeto de producir descargas de tensiones que sería imposible de lograr por
otros medios. También debemos operar con técnicas transferenciales que nos
permitan desfijar e integrar contenidos psíquicos.
Damos por sentado que
se sabe en qué circunstancias debe operarse con unas u otras técnicas.
I. Indicadores.
Las racionalizaciones,
ocultamientos, olvidos y bloqueos en general, indican resistencias a la
abreacción catártica. Vencer esas resistencias, permitiendo que se expresen las
tensiones hacia la periferia como descarga, es un problema técnico.
Asimismo, los
contenidos fijados ofrecen resistencia cuando se trata de movilizarlos e
integrarlos al proceso de la conciencia. En principio, los indicadores de
resistencia son los mismos que aparecen al aplicar las técnicas catárticas
pero, además, existen otros ligados estrechamente a la configuración y dinámica
de las imágenes.
Para toda la
operativa (catarsis, transferencia y autotransferencia), vale el mismo
principio: detectar y vencer resistencias. Habrá que comprender cuáles son los
indicadores de resistencia y cuáles los indicadores de que se han superado
dichas resistencias. En el caso de la catarsis han sido suficientemente
estudiados; en el de la transferencia pasamos a su explicación.
II. Indicadores de
resistencia.
Una de las primeras condiciones que
se debe cumplir en el proceso transferencial, es que el sujeto asocie
libremente y, en lo posible, con imágenes visuales. Para que esta condición se
dé con soltura, se procurará trabajar buscando el nivel de semisueño activo, en
el cual el sujeto irá describiendo al guía sus escenas mentales, mientras éste
se limitará a dar dirección a las imágenes.
No se trata de que el guía sugiera
imágenes (con lo cual trasladaría sus propios contenidos al sujeto), sino que dadas
las escenas que el sujeto relata, el guía debe ocuparse en dar dirección hacia
distintas profundidades y alturas del espacio de representación, operando
transformismos, contracciones y ampliaciones de imágenes cuando aparecen
indicadores de resistencia.
Veamos los
principales indicadores.
1º. Resistencias de
racionalización, ocultamiento, olvido y bloqueo. Indican fuertes tensiones. En
tales casos, el guía procede con un sondeo catártico de realimentación hasta
que se produzca la superación de esas resistencias. Si las dificultades
continúan, la catarsis deberá ser profunda.
2º. Dificultad en los
desplazamientos verticales. Ocurre cuando el sujeto no puede ascender hacia las
"alturas", o descender a las "profundidades". Habrá que
lograrlo repitiendo y proporcionando al sujeto ayudas alegóricas de conectivas
o determinados atributos. Estas ayudas que frecuentemente utilizará el guía
estarán siempre referidas a vencer resistencias y serán más o menos armónicas
dentro de las escenas del sujeto, de manera que pueda evitarse la infiltración
de contenidos propios del guía.
3º. Dificultad en los
desplazamientos horizontales. Ocurre cuando el sujeto no puede avanzar o
retroceder en su escena. Será necesario repetir, suministrando ayudas
alegóricas.
4º. Dificultad en las
expansiones o contracciones. Ocurre cuando el sujeto no puede hacer
"crecer" o "empequeñecer" su propia imagen u otra
puesta por el mismo sujeto como dificultosa, peligrosa,
etcétera. El guía dará ayudas alegóricas, hasta que se venza la resistencia.
5º. Dificultad en los
transformismos. Ocurre cuando el sujeto no puede cambiar su ropaje o su
aspecto, o bien, roles, edades, niveles, etcétera. También, cuando no puede
operar inversiones de imágenes que crean climas negativos, en imágenes positivas.
El guía apelará a recursos alegóricos de ayuda.
6º. Dificultad en la
adhesión de un clima a imágenes. El guía deberá pedir al sujeto que busque
imágenes hasta que el clima "encaje" en una escena recordada o
ficticia. La dificultad estará superada únicamente cuando el sujeto experimente
la real correspondencia entre clima e imágenes. Es decir, si el registro
emergente de esas operaciones es artificioso, habrá que continuar el trabajo
hasta que se produzca un "encaje" realmente sentido como tal por el
sujeto.
7º. Dificultad en la
disociación entre imagen y clima. El guía sugerirá trasladar el clima a otras
imágenes, hasta que las originales pierdan fuerza emotiva.
8º. Irrupción
catártica en el proceso transferencial. Será necesario permitir al sujeto que
se exprese plenamente, pero habrá de suspenderse el proceso transferencial
hasta que el sujeto esté nuevamente en condiciones de seguir las direcciones
que le proponga el guía. Este caso es diferente de las expresiones catárticas
que acompañan a la trasferencia, pero que no interrumpen el proceso de
dirección que lleva el guía.
9º. Exceso de
velocidad en los desplazamientos. El sujeto pasa de una escena a otra o entre
imágenes tan velozmente, que no alcanza a percibir plenamente de qué se trata
obstruyendo de ese modo, la descripción. Habrá que enlentecer el proceso,
haciendo que el sujeto coloque los objetos que visualiza a grandes distancias
entre sí, de manera que el "recorrido" de unos a otros obligue a una
mayor demora. Otro recurso es el de
pedir al sujeto que dé numerosos detalles de cada objeto que se le presenta.
10º. Rebote de
altura. En un ascenso o descenso, el sujeto se encuentra súbitamente relatando
escenas del plano opuesto. El guía deberá retomar el proceso y utilizar ayudas alegóricas
en el momento en que puede producirse el rebote.
11º. Rebote de nivel.
Ocurre cuando por presión de contenidos oprimentes, sobresalto, u otros
factores accidentales, el sujeto continúa el proceso, pero con un marcado
cambio hacia la racionalización. También, cuando el sujeto bloquea la
secuencia. El guía deberá suspender y comenzar nuevamente el trabajo.
12º. Dificultad en la
visualización de imágenes. De todas maneras, el guía emprenderá el trabajo. El
sujeto trabajará entonces con aquel sistema de imágenes que le resulte afín.
Vistos los
indicadores y la forma de tratarlos, se comprende cómo lo estudiado en
simbólica y alegórica puede ser utilizado de un modo auxiliar por
el guía, al proponer ayudas no racionales (alegorías por ejemplo) para que el
proceso se desarrolle evitando los rebotes de nivel que ocurrirían si el sujeto
irrumpiera en un sistema de ideación crítico y autocrítico.
Repetimos que la
simbólica y alegórica en materia de transferencia, juega un papel eminentemente
auxiliar más que interpretativo como ocurre en otros campos.
Ejercicio de sondeo
transferencial de resistencia.
El guía pide al
sujeto que cuente un chiste. Luego le solicita que se represente a sí mismo
como el personaje central del chiste (o como uno de los personajes según el
caso), procediendo a ejercitar: ascensos y descensos; avances y retrocesos;
expansiones (agrandamiento de imagen) y contracciones (reducciones de imagen).
En todos los casos, será necesario que el sujeto relate todo lo que sucede en las
escenas, explayándose sobre los climas que las acompañan. El guía tomará nota
de todos los indicadores de resistencia que vayan apareciendo. En este
ejercicio, no tratará de vencer ninguna de las resistencias que observe.
Terminado el sondeo
de resistencias, sujeto y guía discutirán el significado de las resistencias
encontradas, tratando de relacionarlas con conductas cotidianas o con hechos
biográficos. Podrá intentarse, además, una simple reducción simbólica de los
encuadres generales y una corta síntesis de temas y argumentos. Posteriormente,
guía y sujeto cambiarán los roles
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