Asumiendo
que en un caso muy favorable, se den cuenta por la respiración,
el sudor frío, la mirada fija y otras señales
de que la persona se está muriendo, pueden acercarse,
tocarla suavemente, hablarle en voz baja y cariñosa y decirle lo que el corazón
le indique. Especialmente mensajes reconciliatorios, de tranquilización,
de despedida y de permiso para su partida. También se puede poner música
relajante, leer algo religioso, rezar o realizar la ceremonia de asistencia que
está en este estudio. No hay mucho que hacer más
que estar y permitir que se vaya con amor.
Siempre
que sea posible, ojalá las personas mueran en su
casa, porque es el lugar donde probablemente la mayoría
se encuentra mas cómoda. Pero si alguien debe
morir en un hospital, un ser querido puede hacer mucho para contribuir a que
esa muerte sea lo mas natural e inspiradora posible. Podemos llevar plantas,
flores, fotos, dibujos hechos por hijos o nietos, quizás
un cassete de música o, si es posible, comida preparada en casa.
Cuando
una persona está muy próxima a la muerte, es mejor
solicitar al personal del hospital que no la moleste con tanta frecuencia y que
dejen de hacerle exámenes y análisis.
Si la persona está en una unidad de cuidados
intensivos, nada de esto es posible. Solo procuremos llegar a un acuerdo con el
médico para que, llegado el momento, la puedan
trasladar, si es posible, a una habitación particular y que dejen el
cuerpo sin ser molestado durante el mayor tiempo posible. Hemos de dar a los
muertos toda la ayuda que podamos en forma de silencio y paz para ayudarlos a
iniciar su viaje mas allá de la muerte. Es importante
que la mente del moribundo esté lo mas serena posible en los
momentos anteriores a la muerte.
De
las experiencias de casi muerte o del coma se ha visto que se tiene mucho mas
conciencia de lo que ocurre alrededor de lo que mucho nos imaginamos. Por ello
es siempre importante estar atento a lo que se dice o hace, es posible que
aunque aparentemente el moribundo no nos escuche, si perciba mucho más
de lo que parece.
Muchos aconsejan que los
parientes y amigos afligidos no estén presentes junto al lecho del moribundo, para evitar que provoquen
emociones perturbadoras en el momento de la muerte. Si posible, es mejor que
amigos y parientes no manifiesten un excesivo pesar en ese instante, porque la
conciencia del que va a morir es excepcionalmente vulnerable. La aflicción y la pena habrán de expresarse en etapas
posteriores más oportunas.
Es
aconsejable que toda persona haga lo posible por resolver el afecto y la
aflicción con la persona moribunda antes de que llegue el
momento de la muerte: lloren juntos, expresen su cariño
y despídanse, pero intenten terminar este proceso antes de
que llegue el instante real de la muerte.
El
llanto es bueno y sanador, hace daño reprimirlo, ya que es
necesario para el alivio pero es importante realizarlo en el momento oportunos.
Hay otras formas de catarsis que son útiles al igual que el llanto
para sacar la pena como son : el ejercicio, el sexo o la risa. (Sogyal Rimpoché,
1994)
No
esperemos eso sí, demasiado de nosotros mismos, ni esperemos que
nuestra ayuda va a producir resultados milagrosos en la persona que va a morir
o que vamos a salvarla. Nos llevaríamos una decepción.
Las personas mueren como han vivido, como ellas mismas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario