La producción
y reproducción artificial de vida están
al alcance del ser humano; también la prolongación
del ciclo vital. En todos los casos, el ser humano será
acompañado por su campo energético hasta un tiempo después
de la muerte física. Si se ha generado el espíritu,
éste podrá permanecer en regiones próximas
al plano de la vida física, pero finalmente cumplirá
con su ciclo de espíritu individual para seguir
avanzando hacia planos más evolucionados. El espíritu
se puede formar tomando energía del doble.
La acción del doble se manifiesta en ocasiones fuera del cuerpo sin que haya
ocurrido la muerte. El doble puede permanecer sin disolverse por un tiempo
luego de la muerte si esta se ha producido de un modo violento, quedando el
campo energético desplazado desde el cuerpo hacia el ámbito en que se produjo el deceso. Esos dobles fijados a ciertos ambientes
no poseen sino una aparente conciencia de tipo refleja, permaneciendo en ese
estado durante un tiempo hasta que pierden cohesión o se desacomoda el ámbito físico al que estaban adheridos. Hay casos de relativa permanencia,
originados por un fuerte deseo de testimoniar o por afectos muy profundos de
amor y odio referidos a otras personas. Los dobles de animales y vegetales
pueden quedar también adheridos a ciertos ámbitos hasta su pronta disolución. Por último, existen conglomerados energéticos de considerable energía que actúan sin llegar a formar verdaderos dobles.
Rara es la creencia y la cultura en que la muerte sea absolutamente
definitiva y el espíritu
humano sea borrado. Admitir la posibilidad de trascendencia es alejarse del
miedo. Trabajar por tener la certeza del trascendencia implica
cambiar la forma de tu vida.
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