En cuanto tratas de entender quién eres, cuando tratas de pensar quién soy,
empiezas a hacer, sin darte cuenta, un análisis, una división, mentalmente vas
dividiendo.
Yo no soy el de ayer, sin embargo hay algo que se conserva en mí desde que
era niño. Pero yo no soy ya ese niño. Qué es lo que se conserva en mí desde que
era niño que me permite decir que soy el mismo? Sin embargo no soy el mismo,
hay una alucinación permanente (risas) hay algo que me permite decir; sí, sí
soy el mismo pero no soy el mismo. Bueno pongámonos de acuerdo (risas). Hay
algo que no cambia, y qué no cambia? hasta la ropa cambia, la ropa de antes me
queda chica, en poco tiempo más me va a quedar grande (risas).
Bueno qué permanece entonces? El nombre permanece, algo externo, un documento
de identidad (risas). Qué más? qué es lo que me da identidad? Quién soy yo, el
nombre soy yo? No, el nombre no. Mis experiencias me dan identidad? O yo me
recuerdo de un modo muy distinto en un momento y en un modo muy distinto en
otro momento.
Resulta que ni siquiera mi memoria me da permanencia, mis proyectos han
cambiado, es decir, mi imaginación de cosas a futuro ha cambiado.Entonces quién
soy yo?
Tal vez yo sea simplemente una ilusión. Yo en cuanto yo, tal vez no exista,
tal vez sea una sumatoria de cosas, que me producen el registro del Yo, un Yo
que no cambia, como si fuera una unidad. Pero si en cambio empiezo a descubrir
que ese yo es cambiante, y determino también que si este Yo cambia, no tiene
permanencia, es ilusorio, es una sumatoria de cosas, es memoria, es imagen, es
recuerdo, es proyecto, pero no es una cosa. Pero yo creí hasta ahora que mi Yo
es permanente. Y cuando digo Yo soy el centro del mundo (risas) y lo digo Yo.
Ese es el registro de lo universal en mí. Bueno, no es así! (risas). Pero
claro, no mortifiquemos a la gente, para qué habríamos de mortificar a la
gente?. Porque si ese Yo es ilusorio todas las cosas que creo... bueno, también
son un poco ilusorias y todas las cosas por las que sufro también soy un poco
ilusorias. Pero no mortifiquemos a la gente porque si lo que creo, lo
que pienso y lo que siento es ilusorio y si mis sufrimientos son también
ilusorios, esto que estamos diciendo no ayuda a la gente. Entonces cuando me
preguntas por eso yo le escapo a esa pregunta (risas) porque crea muchos
problemas, pero de todos modos un pequeño trabajo por preguntarme a mí mismo
quién soy yo, me hace reflexionar por cosas que no son tan permanentes, tan
seguras, tan inconmovibles y me hace pensar sobre el sentido, pero sin mortificarse,
suave, suave.
¿De dónde vengo? es una revisión. ¿Adónde voy? y no lo sé, no lo tengo tanto
claro, sería interesante ir aclarando este camino como si en esa reflexión se
fuera poco a poco perfilando un futuro. Pero sin mortificarme, si no, crea
muchos problemas esa reflexión llevada a la profundidad.
Vamos despacio y entonces este camino es un camino para ir despacio, no para
meterse en profundidades en donde termino descubriendo que el Yo desaparece,
que mis aspiraciones están movidas por cosas efímeras, que mi sufrimiento se
basa en cosas efímeras, que lo que quiero lograr y lo que temo perder, sufro
por imaginación, sufro por el recuerdo, sufro por las impresiones de un Yo que
móvil. No vale la pena sufrir así! (risas) no vale la pena tener un Yo. Más
vale que tengamos un nosotros (risas) y que se faciliten las cosas en la gente
en nosotros y no Yo metido dentro de mi mismo. Solo yo en una isla mental,
donde todo lo que pienso, lo que siento, lo que me pasa es ilusorio y
sufriente. No es negocio. En fin, pero así está bien considerar suavemente
quién soy yo a dónde voy.
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